El Mensaje de La Cabaña

Hoy quiero hablar de la película La Cabaña,  tan controversial entre las autoridades religiosas.  Como lo expliqué en mi blog anterior,  ‘el Sanedrín’ tiene muchas cosas que objetar acerca de la misma, además del nombre que el autor usa para referirse a Dios –  ‘Papa’, el significado de “Abba Padre”, que Jesús nos dio el derecho de usar (Juan 1:12),  derecho que el diablo  – el primer huérfano de la historia, nos había robado, y les sigue robando a muchos, conociendo que fuimos diseñados para vivir justamente del amor del Padre.

Si nos damos cuenta, muchos problemas que se manifiestan en los adolescentes son resultado de esa carencia. Muchos de ellos crecieron sin padre, o sin padres,  pues su madre estuvo ausente por tener que fungir como madre y padre. Muchos otros, como el niño de La Cabaña,  sólo conocieron la ira de su padre y una vida de violencia, abuso, dolor y terror.

Para este niño,  la única Gracia de Dios que él conoció en su infancia fue a través de su vecina de color, quien  escuchaba el abuso que él vivía, por lo que siempre  le esperaba  con un postre para hacerlo sentirse mejor.  Por ello, en su sueño, visión o encuentro que tuvo con Dios, él lo ve como esta vecina, pues no podía verlo como el padre amoroso que no tuvo.

Para mucha gente que vive bajo la Ley, la imagen de Dios puede convertirse solamente en un rostro endurecido y una mirada enfurecida, por lo que  la idea de un Dios sonriente y feliz lleno de amor y de benignidad, que no juzga ni castiga, es descabellada.

Ante una mentalidad tal, esta libertad artística del autor parecerá una herejía y una blasfemia contra el Padre.  No quiero imaginar cual es su sentir acerca de la joven hawaiiana que representó al Espíritu Santo como “Saráyu”, nombre que  según Wikipedia, «es el derivado femenino de la raíz sánscrita सर् sar “fluir”; Como vara masculina, Saráyu significa “aire, viento”, es decir, “lo que está fluyendo”.»

Curiosamente, la palabra hebrea ‘ruwach’ usada en el Viejo Testamento para representar el Espíritu de Dios, es también traducida como ‘aire’ o ‘viento’, y es también una palabra femenina, quizá porque sus atributos son  “Gracia”, “docilidad’, “suavidad”, “apacibilidad”,  como el Espíritu que se movía sobre la faz de las aguas, o como el aliento que Dios sopló en el hombre para darle vida; como el aire que respiramos o como la Paz que su Espíritu produce.

Mas ‘ruwach’ también representa ‘dulzura’, como el fruto de su Espíritu;  algo dulce a los sentidos,  como un perfume;  como  el aroma de tu amado(a) que puedes reconocer aun a distancia;  o como el aroma agradable  que hoy emana de nosotros por causa de la presencia de Jesús en nuestra vida,  para el deleite del Padre.

En la película, estos atributos fueron genialmente representados en “Saráyu”,  una joven alegre, apacible, dulce,  amorosa,  que invita  y espera pacientemente la respuesta de la voluntad propia sin forzarla o manipularla,  quien habla sabiduría  y no le espanta  el mal estado en el que se encuentra el ‘jardín’ – la vida del protagonista,  sino que simplemente está dispuesta a trabajar en su  tierra (el corazón humano) y en remover la yerba mala (las creencias equivocadas) para que pueda dar fruto de vida – lo cual sucede al final de la película.

Y no podría faltar la objeción contra el personaje de Jesús,  quien por primera vez fue representado por un actor judío, nacido en Telaviv; un personaje amigable,  paciente, tolerante,  comprensivo,  respetuoso, que inspira gran  seguridad, descanso y aun confianza para poder juguetear o bromear y ser uno mismo.

Obviamente que ésta no es la imagen de la Trinidad de nuestro cristianismo actual, una construida sobre las pinturas de Jerónimo Ezquerra, o de Rzeznik,  a pesar de que la Biblia dice que Dios Padre es Espíritu y que es Eterno,  por consiguiente no tiene ‘madre’,  ni tampoco envejece;  curiosamente,  la imagen de Dios en la mente de muchos feligreses resultó ser como una pintura de Picasso, un ser misterio, que actúa en formas misteriosas,  difícil de entender,  fácil de temer y difícil de confiar.

Volviendo a esta película, la escena en la cual no pude contener las lágrimas fue aquella donde el padre de Mac (ya muerto) sale de entre la multitud y le ruega con lágrimas: ‘perdóname,  simplemente no podía ver …”.  Esta experiencia con ‘la Trinidad’, cómo él la concebía,  le permite a Mac “ver”, produciendo perdón genuino hacia su padre y la sanidad que su corazón necesitaba para poder ver a Dios como un verdadero Padre, amoroso y fuerte a la vez,  y así poder enfrentar su dolor  y dejarlo sepultado bajo el cuidado de Dios.

La Cabaña representa el alma del autor,  desolada, y herida,  llena de obscuridad, dolor, experiencias impronunciables, memorias desagradables y emociones incontrolables.  Mas en su encuentro con Dios como alguien diferente al que la religión pinta, encuentra la justicia que buscaba, y el comienzo de su restauración y libertad.  El dicho “El león no es como lo pintan”, no puede ser mas cercano a la realidad, en este caso.

En mi próximo blog te diré por qué creo que “La Cabaña” es tan peligrosa.

Shalom y Gracia en Abundancia.

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