La Sangre de Jesús

Photo by RUELLE CYRIL ART

Después de lo que hemos aprendido acerca de la Justicia Divina,  ¿por qué era necesaria la cruz?  

Es aquí cuando hacemos “Timbiriche” (conectamos los puntos), pues si Dios no castiga, por qué tenía que castigar así a Jesús?  ¿No acaso El Padre tenía que descargar toda su ira y justa indignación por nuestras ofensas en el cuerpo de su Hijo?   ¿No acaso Él es amor pero también es Justicia?  ¿No acaso su santidad y justicia tienen que ver sangre derramada para estar satisfechas?  

Te pido perdón si en un principio yo misma así lo creí.    Esa ha sido la enseñanza que hemos tenido por varios siglos, la cual nadie se atreve a cuestionar por no experimentar el efecto “Galileo” y ser acusado de ‘hereje’, como cada pensador en la historia que se ha atrevido a ir contra el sistema. Por cierto, esto creían también los Aztecas y muchas religiones paganas; mas para los judíos los sacrificios nunca fueron para apaciguar a Dios,  sino para ser purificados por la sangre del cordero (Heb. 9:13-14).

Gloria a Dios que Él perdona aun la blasfemia contra el Padre  y que Su Espíritu nos ‘corrige’  en nuestras creencias y nos guía a toda verdad, como ha sido el descubrimiento de que  el Evangelio y mucho del contenido de la Biblia nos ha sido cambiado  por algo que nunca intentó comunicar (como lo aprendimos en el estudio de los Gálatas), por causa de aquellos que interpretan como código penal la ‘lógica de Dios’ (del griego ‘teo logos’), como si el Acusador de los hermanos fuera Dios mismo, cuando la verdadera “Lógica de Dios”  nos fue mostrada a través de Jesús. 

Lamentablemente, su adoración de esta biblia de lógica distorsionada por el legalismo no le permite al religioso ver que la Palabra de Dios “se hizo carne”,  

 “no  constituido conforme al mandamiento de la ley acerca del linaje carnal sino según el poder de una vida indestructible”.  Heb. 7:16 RV-2015

Por conclusión lógica, el Espíritu en las páginas de la Biblia tiene que ser el mismo Espíritu de Amor y de compasión que vivía en Jesús, y que es el mismo que nos convence de “Su Justicia”  para  impartirnos tal vida indestructible – vida Eterna.

De hecho, cuando al final del Libro de Apocalipsis  leemos “que nada sea quitado ni añadido”,  está hablando de su obra consumada descrita en la misma revelación de Jesucristo, obra a la cual no necesitábamos ni debíamos quitarle ni añadirle nada. ¿Cómo es que se le han añadido tantos ídolos y  tantas falacias, doctrinas de hombres y requerimientos humanos que en nada salvan?

Habiendo dicho lo anterior,  derribemos ahora esta falacia del Dios sanguinario y lleno de ira en el que nos han hecho creer y de quien nuestros adolescentes y jóvenes adultos están huyendo, y démonos cuenta que esa demanda de sangre era del hombre y no de Dios, quizá  porque en el fondo de nuestro ser sabemos que “en la sangre se encuentra la vida” y que necesitábamos una vida en substitución, siendo incapaces de obtenerla por nosotros mismos, vida que Dios aceptó a proveernos, mas no necesariamente para descargar su ira contra alguien.

Jesús – el cordero inmolado “desde la fundación del mundo” dio la paga de lo que la Ley o la justicia ‘del hombre’ demandaba – la muerte.  En su cuerpo sería descargada toda esa ira y violencia que esta Ley produce (Rom.4:15). Ese era el único “castigo que nos trajo paz”, como lo describe Is. 53:5 (RV-2015),  es decir,  lo único que lavaría nuestra consciencia de toda culpa para siempre (ver Heb. 10).

Esta Ley, por la que muchos hoy aun pelean, podría estar aun vigente solo para aquellos que no conocen o que no entienden lo que sucedió en la Cruz, o para aquellos que rechacen la obra consumada de Jesús, la cual consistió precisamente en separarnos de esa Ley que nos destruía – ese es el significado bíblico del perdón (del griego aphiēmi, de la raíz apo. Ver. Sal. 103:12).  

Dios nos ha separado de esta Ley al hacernos morir en su propio cuerpo a la misma (Gal. 2:19), para  poder ser librados de ese ‘marido opresor’ y podernos levantar en “novedad de vida” (vida nueva)  (ver. Rom. 7:3-4) unidos al único que verdaderamente nos ama y que puede hacernos bien – Jesucristo (Ver 1 Cor. 15:20-45; Rom. 6:8; Ef. 2:5-6).

En el paradigma bíblico la muerte no es requerida por la justicia, sino la muerte es el enemigo que la justicia conquista a través de la cruz y la resurrección de Jesús.  Bertie Brits

Es de este mensaje de la Cruz  de donde su poder para salvación proviene (Rom. 1:16) ¿Salvación de qué?  porque de acuerdo a como algunos hemos predicado el Evangelio, parece como si de quien necesitáramos  ser salvos fuera del Padre.  

Dios no necesitaba un sacrificio para ser apaciguado. ¡No! Nosotros necesitábamos que Dios sacrificara a la muerte y al pecado que nos estaba destruyendo y que no nos dejaba acercarnos a Dios.   Bertie Brits

En la crucifixión, Dios estaba en Cristo (no en los que lo castigaban),  reconciliando “al mundo”  con Él.   (Ver 2 Cor. 5:19).   Tu mismo(a) podrás leer en Isaias 53:3-7 que fue el hombre el que azotó al Hijo de Dios. ¿Pero sabes qué? Él guardó silencio y fue como ovejita al matadero porque Él,  en la forma de un ‘siervo’, es decir, de un hombre ‘bajo la Ley’  (Gal. 4:4) estaba poniendo a morir en esa cruz la muerte del hombre ‘esclavo‘, con toda nuestra deformidad que nos hacía sentir ‘rechazados’  o ‘abandonados por Dios’, por causa de la misma culpa producida por nuestra inhabilidad de guardar la Ley y por causa de la imagen distorsionada y falsa identidad que ésta nos dio.

Fue por ello que Jesús clamó “Señor por qué me has abandonado”,  porque estaba citando el Salmo 22,  el cual describe cómo los hombres  (no su Padre) lo trataron en la Cruz, por lo que los compara con toros y perros.   Por cierto, el mismo Salmo 22, en el vers. 27 dice que por causa de esto que Jesús hizo,  ’TODAS’ las familias de las naciones se postrarán delante de Él.  Quizá Él es un ‘universalista’.

Fue en el Calvario donde la furia bestial  del hombre, producida por su sistema de Justicia – la Ley, se interceptó con el Amor y la Justicia de Dios y tomando la deformidad y la muerte del hombre, nos dio su Justicia,  obteniendo Jesús la victoria en su resurrección.

Francois Du Toit lo explica de esta manera:

Este es el divino intercambio: El que no conoció pecado asumió nuestra deformación; él pareció estar sin forma; Éste fue el misterio de la profética poesía de Dios. Él fue vestido de nuestra distorsionada imagen, arruinado con nuestras iniquidades, tomó nuestras dolencias, nuestro dolor, nuestra vergüenza, y las llevó a su tumba, e hizo ³nacer su justicia en nosotros.

Él tomó nuestros pecados y nosotros llegamos a ser su perfecta inocencia.   2 Cor 5:21  El Espejo de la Palabra.

¡Él no fue herido por Dios, sino por la misma humanidad que él iba a redimir! 

(si tú tienes una copia del Espejo, lee el comentario incluído en este verso).

El diablo no sabía que en esa Cruz sería destruida su arma  con la cual esclavizaba y destruía a los hombres – esa Ley, esa carta de requerimientos contraria a nosotros  quedó clavada en la Cruz (Col. 2:14),  ni que al tercer día el primero de una nueva clase se levantaría, la Nueva Criatura que ahora nos representaría para siempre,  restaurada de nuevo a nuestro diseño original – hechos para vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios – de  “La Palabra”  hecha carne;  del Pan del Cielo del que fuimos diseñados para alimentarnos y recibir  Su Vida Abundante, esto es Eterna.  

  Así fue como Dios nos reconcilió con Él y nos hizo justicia contra  la “injusticia del hombre” – la creencia contenida en el sistema de la Ley de que  por nuestra mucha labor  (el significado de ‘poneros’, traducido como maldad)  podríamos  llegar a obtener Su Vida, basados en nuestra propia justicia;  de esta injusticia (no del Padre),  Jesús nos salvó por amor y de la muerte que esta creencia produce, desde el momento en que se nos imparte la ‘consciencia de pecado’  a través de la religión y el juicio (Gal. 5:19-21).  

Feliz Día de Resurrección.

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