La Mala Consciencia

Nicolaits

En mi mensaje anterior aprendimos un poco acerca de Nicolás el Diácono y de los Nicolaítas, quienes ENSEÑABAN   a “poner tropiezo” a las ovejas, cometían adulterio y comían lo sacrificado a los ídolos.

En 1 Cor. 8:4-13  Pablo nos da luz al respecto, léelo de tu Biblia favorita,  y estarás de acuerdo  en que lo que Pablo explica, es lo siguiente:

Cuando conocemos al verdadero Dios, sabemos que los ídolos no son nada,  por tanto podemos comer de esa carne sabiendo que no nos daña,  más algunos  al vernos comer, ellos comerán y se sentirán culpables, pues no todos tienen la revelación que nosotros tenemos.

Para más efectividad en mi explicación o paráfrasis, he aquí mi traducción de la versión  “The Message” (El Mensaje).

En lógica estricta, nada le sucede a la carne cuando se ofrece a un ídolo, es como cualquier otra carne….(hablando de comida, énfasis mio). Pero debemos tener en cuenta que no todos tenemos el mismo nivel de entendimiento.  Algunos han pasado su vida entera comiendo “carne de ídolos”  y están seguros de que existe algo malo en la carne que les causará mal.  La imaginación y consciencia formadas por tales condiciones no van a cambiar de la noche a la mañana. Afortunadamente Dios no nos califica por nuestra dieta….No somos elogiados si limpiamos el plato, ni reprendidos por no querer comerlo. Pero a Dios si le importa cuando tu usas tu libertad sin importarte que CAUSE TROPIEZO a un creyente aun vulnerable a esas viejas asociaciones….”

Y enseguida Pablo explica que si alguno aún débil en la fe nos viera en ese tipo de banquetes para los ídolos,

“El peligro es que el (o ella) se confundirá terriblemente, tal vez a punto de confundir su consciencia. Cristo dio su vida por esa persona.  ¿No acaso estarías dispuesto a abstenerte de comer por él o ella? pues como dices,  ¡no importa!  Pero si importa si tu hieres terriblemente a tu hermano(a) de esa manera, arriesgando su ruina eterna.  Cuando hieres a tu hermano(a) hieres a Cristo.  Un alimento gratuito aquí o allá no vale la pena si el costo es uno de tus hermanos pequeños.  Así que nunca vayas a estos festines “contaminados de idolatría” si existe la posibilidad de que alguno de tus hermanos o hermanas TROPIECE“. 1 Cor. 8:10-13

¿Te das cuenta como hacían tropezar a las ovejas los Nicolaítas? Ellos no tenían ninguna consciencia de amor por los demás, sino al contrario, creaban  “consciencia de pecado”  al traer culpa y confusión en los nuevos creyentes  con sus prácticas,  y puesto que el pastor al parecer no se atrevía a hablar la verdad,  estas ovejas vivirían con una  consciencia “manchada”  o confundida. Para Dios esto es ¡de mayor seriedad! la confusión, la culpa, la condenación ponen en peligro a sus ovejas, pues éstas emociones afectan nuestra fe, pues fuimos diseñados para vivir de la fe y cualquier cosa que cause desconfianza,  la fe inmediatamente se bloquea,  ésto puede ser observado en las familias, entre cónyuges, entre padres e hijos, entre amigos, y aun en los negocios.  

La Buena Noticia es que Dios envió a su Hijo Jesucristo a arrancar este problema de la raíz  al clavar la Ley sobre el madero, pues la Ley produce todas estas cosas, tanto la culpa y la condenacion,  como la lujuria y todas las obras de la carne,  y es por ello que El no quiere que andemos bajo la misma, sino bajo la fe en lo que su Hijo logró y que puso a nuestra cuenta;  en lo que Él cree, piensa y habla acerca de nosotros; más cuando la fe se mezcla con la Ley produce confusión y la gente no sabe mas como andar.  Esto es lo que la palabra Babilonia significa: “Confusión por Mezcla”.  Jesús exhortó a su  Pueblo a “salir de Babilonia”, a romper con esta mezcla que contiende contra la fe,   para que no participemos de sus pecados (al caer bajo la fuerza de la Ley)  ni recibamos de sus plagas. Rev. 18:4

Te preguntarás: “pero si ya no andamos bajo la Ley,  ya no nos circuncidamos, ya no ofrecemos sacrificios”.

La Ley  es todo aquello que viene de nuestra propia fuerza para obtener las cosas que Cristo nos dio gratuitamente, comenzando por su rectitud y su justificación, las cuales  el humano trata de adquirir por sí mismo.     Algunos creen que  haciendo ciertas cosas obtendrán su justificación o salvación; otros creen que no haciéndolas lo alcanzarán.  Ambos grupos están separados de Cristo, caídos de la Gracia de Dios.  (Gal 5:4).   Esto es lo que significa “andar bajo la carne”. Pablo usa la palabra “la carne” como sinónimo de la Ley (Gal 3:1-10, Gal. 5)

Es importante aclarar que la palabra griega para ‘Ley’ no necesariamente era ‘Torah’,   Pablo se refería al ‘Nomos’, que significa ‘convención o costumbre’ de la cual hablaré en futuro blog. 

Vimos como Nicolás estableció su propia Ley para alcanzar la vida eterna: “copulando todos los días”.  De esta manera todas las  religiones que existen, incluyendo la cristiana,   con sus muchos teólogos y eruditos, han establecido sus propias leyes y reglamentos para obtener esa rectitud, esa justificación, ese perdón y aprobación o aceptación que Cristo nos ha dado gratuitamente a través de su sacrificio vicario (en representación nuestra),  despreciando por completo su regalo de Gracia y de Amor.    Como resultado tenemos el mundo que tenemos, y es fácil entenderlo, pues la Ley es la “fuerza del pecado”. (1 Cor. 15:56)

La Gracia es descanso de este mucho hacer,  pues Jesucristo ya lo hizo todo en la Cruz, y Él es el que hace todo en nosotros por medio de su Espíritu, por consiguiente,  lo único que nos queda por hacer es apropiarnos de ello, al creerlo,  ‘recibirlo por la fe en Él’  y no por nuestro mucho hacer.   Él fue quien cubrió nuestra desnudez con su manto de rectitud y nos puso en Él, nos sentó junto con Él a la diestra del Padre y en ese lugar alto nos suple todo, nos cuida, nos sana, nos abre puertas, nos libra de nuestras angustias, sana nuestras dolencias, nos colma de bendiciones, todo  por  el poder y la influencia de Su Espíritu Santo, los cuales podremos experimentar entre mas renovemos nuesstra mente  al meditar en lo que Cristo ha hablado ya acerca de nosotros a través del Evangelio. 

Por lo anterior, cuando se predica el Evangelio de Gracia,  el poder del Espíritu Santo hace en la vida del creyente  lo que El envió Su Palabra – Jesucristo, a hacer.  Es de esta manera como somos transformados.  Sin embargo, si el Evangelio no se predica, o nos rehusamos a escucharlo,  la Ley de inmediato nos roba nuestro lugar de descanso y nos vuelve “llenos de labores” – este es el significado de la palabra griega “Poneros”  que fue traducida como “Maldad”.

Por el contrario, en ausencia del verdadero Evangelio, la gente “llena de labores”, llena de ansiedad, de preocupación, de estrés, o de iniquidad, tratará de encontrar su llenura y fortaleza en otras doctrinas o en otros dioses o ídolos, en otros “consoladores” fuera del  Espíritu Santo,  sea comida, bebida, u otras fuentes de fortaleza, de gozo, placer y satisfacción.  No necesariamente estas cosas tienen que ser ofensivas o destructivas,  basta con que no vengan del Árbol de la Vida,  lejos de llenarte, tu mucho hacer te vaciará, y lejos de hacerte descansar te agotará.

Por lo anterior,  sería fácil concluir que el Anciano de esta iglesia, quizá por no terminar como su antecesor Antipas, estaba restringiendo la verdad, sea que estaba diluyendo el Evangelio al mezclarlo con la Ley, o simplemente no estaba predicando la Buena Noticia,  la cual es poder de Dios para el creyente,  poder para arrepentirnos (Rom. 2:4), esto es, para cambiar de parecer acerca de Dios, de nosotros mismos y de las cosas que hacemos, poder para negar toda impiedad (Tito 2:11-12 version España), poder para perdonar, para amar y para escoger – no tanto entre el bien y el mal, sino entre  lo que es vida y lo que es muerte.

Refiérete a la secciones de la Ley y la Gracia, La Verdad los Hará Libres, la Culpa y la Condenación, o a los primeros 4 capítulos de la Epístola de los Romanos, los cuales encontrarês en el Mapa del Sitio, si deseas entender más acerca de lo que la Ley hace en nosotros y  regresa el jueves para concluir esta sección.

Shalom.

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