Cambiando de Parecer.

Cambia de dirección.

Entrada al Parque Memorial Valle del Templo.

Convencidos de que aquel que ha sido lavado con la Sangre de Jesús, no puede ser jamás transferido de nuevo de la luz a las tinieblas, aún cuando pecara, ahora veremos  como el arrepentimiento y la confesión tampoco nos transfieren de las tinieblas a la luz.  No de acuerdo con lo que la Biblia enseña, y aquí te lo muestro:

La palabra arrepentimiento en la Biblia tiene varios significados.  Cuando Job hablaba de

La Prueba de Job

Job fue afligido con todas las maldiciones de las que Cristo nos libró.

“arrepentirse”, la palabra en hebreo es “nacham”.  Aunque ésta palabra es usada para “lamentarse” o “sentir compasión”,  también significa “confortarse”  o “hallar alivio” .  Sabemos que Job fue afligido en su piel, así que Job se arrepentía con “cenizas y polvo”.

Mas adelante, a partir de que el Pueblo de Israel intentó sujetarse bajo la Ley de Moisés, la palabra usada para arrepentimiento  es “shuwb”,  que

"Regresa"

Juan Bautista, exhotando al arrepentimiento

significa:  “regresa” , “vuelve”. Esto era a lo que Juan el Bautista  se refería cuando invitaba a la gente a “arrepentirse”, a  que regresaran a la Gracia de Dios, de donde se cayeron en el Desierto. Esta vez cruzarían el Jordán, de la Ley hacia la Gracia, pues su Mesías había por fin llegado.

La gente en ese tiempo era exhortada a arrepentirse antes de venir a Dios, lo cual hacían ofreciendo  su animal para el Sacrificio en el día de “Yom Kippur” hasta nuestros días.   Cuando dejaban de ofrecerlo, era cuando comenzaban a adorar  los ídolos  o dioses  de las otras naciones,  y por lo mismo Dios les decía – “regresa”.

Si has leído los Libros de Los Reyes, Las Crónicas, o los Jueces, te darás cuenta cómo cuando la Biblia dice: “hicieron lo malo delante de Dios”  era generalmente cuando adoraban “otros dioses”.  Esta práctica los dejaba sin la protección de la sangre de su sacrificio, además que

Idolatría

Elias y los sacerdotes de Baal

esos “dioses”, que la biblia llama “demonios”, (Deut. 32:17, 1 Cor. 10:20,  2 Chr. 11:15;  Salmo 106:37, etc.)  los llevaban a cometer las peores “abominaciones”; por lo mismo, cada generación parecía mas mala y mas cruel que la anterior.

Existía cierto ritualismo asociado con el arrepentimiento, como el poner cenizas en su cabeza,  o el rasgar sus ropas en símbolo de contricción,  mas ésto no era el arrepentimiento en si , sino el volverse a Dios con su sacrificio y dejar de adorar ídolos.   Este era el arrepentimiento de la Ley.

En el  Nuevo Testamento, la palabra griega usada para arrepentimiento es “metanoeō”  – que significa “cambia de parecer”,  “cambiar de opinión o de decisión” y metanoia  – arrepentirse: “un cambio de parecer acerca de un propósito formado o de algo hecho”. Sin embargo, aramente se indaga mas allá de este significado.  Creemos que ‘meta’ significa ‘cambiar’, mas poco he escuchado de que meta, (G3326) es solo una proposición que significa ‘con’  o ‘junto con’ (345 veces), ‘después’  (88x), ‘entre’ (5x), ‘sucesivamente o enseguida’ (4) y unas 33 veces significa varias otras cosas. Puesto que ‘noeō‘ se tradujo en el Nuevo Pacto 10 veces como ‘entender’,  2 como ‘percibir’, y 1 como ‘pensar’ o ‘considerar’; la interpretación mas acertada de esta palabra sería “entiende/percibe/considera/piensa conmigo” o ‘está de acuerdo conmigo”. Jesucristo nos exhora a enganchar nuestros pensamientos con los de Él, para que Él sea quien cambie  la mentalidad que el Viejo Pacto nos heredó, por Su Fe, declarada a través del Evangelio del Nuevo Pacto, que Él mismo selló con su Santo Espíritu –  ‘con agua y con sangre’.  

Por ejemplo, si creiamos que Jesús  era sólo un hombre ejemplar y hoy lo vemos como El Dios quien se hizo hombre para hacer morir nuestra muerte y deformidad y que resucitó al tercer dia y que subió de nuevo al Padre, y se sentó a su diestra, y que en todo Ésto nos llevaba a nosotros, como nuestro representante y salvador, en ese momento nos estamos ‘arrepentiendo – cambiamos nuestro parecer por la creencia de Jesús acerca de Dios y de nosotros mismos y por consiguiente de los demás.

Bajo el Nuevo Pacto,  primero somos exhortados a venir  a Dios y aceptar su regalo de amor.    Él nos ama aun sintiéndonos culpables, lleva nuestra culpa y nos hace bien que no esperamos, entonces su bondad, su benignidad y su Gracia nos llevan al verdadero arrepentimiento, (Rom. 2:4).  a volver nuestro corazón a El, a cambiar de parecer y a enganchar nuestro pensamiento con el de Él.

Él nos da el deseo  y la habilidad de cambiar, (Fil. 2:13) – a través de Su Espíritu Él nos cambia, (2 Cor. 3:18) y el cambio produce nuestra máxima felicidad y paz.  En su palabra encontramos corrección, la cual  está llena de amor y  produce frutos de “arrepentimiento”, paz, gozo y no terror.

El verdadero pecado  al que el Evangelio nos exhorta a arrepentirnos es el de  continuar con toda pretensión de rectitud o justicia propia y jactancia de obediencia o moralidad,  reconociendo que llevamos dentro un problema del cual Jesús es  el único que nos puede salvar y no nosotros a nosotros mismos.

Por muy perfectos que nos creamos, o muy perfecta que se veamos nuestra vida, Dios sólo llena vasos vacíos.  Cuando venimos  a los pies de la Cruz, Dios nos hace sentirnos ‘justificados’ de TODOS nuestros pecados, una vez y para siempre,  más si no venimos a Él, como puede El ser nuestra Rectitud si nosotros  tenemos la nuestra propia.

Una vez sabiendo que hemos sido transferidos a la Luz, y recibimos su amor, perdón y su Gracia,  entonces “cambiamos nuestro parecer u opinión” acerca de Dios.  En lugar de considerarlo un Dios severo “que castiga la maldad hasta la tercera y cuarta generación”, lo vemos como el Dios que bajó del Cielo para “hechar su tienda”  en medio de nosotros (el significado original de la palabra ‘Gracia’, habiendo llevado nuestra maldad  en sí mismo y amándonos hasta la muerte, y muerte de Cruz.  (Fil 2:7-8);    Lo vemos como el Padre amoroso y generoso que nos lleva sobre sus hombros, supliendo nuestras necesidades, sanando nuestras enfermedades y nuestras dolencias, colmándonos de sus bendiciones (Salmo 103:3-5)

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?  Rom. 8:32

También cambiamos nuestro parecer acerca de nosotros mismos, y de las cosas que hacemos.    Aceptando que El llevó todos nuestros pecados y culpas, ya no nos castigamos o nos dañamos con hábitos autodestructivos, y dejamos de ‘castigar’  a los demás o en desear ‘su castigo’, después de todo, ninguna cantidad de lágrimas, o castigo podría quitar el pecado de nosotros.  Además, Dios detesta el esfuerzo humano  como ofrenda, y por eso El mismo se ofreció:  recurrir a lo anterior, como el golpearnos el pecho o flagelarnos, o subir a la montaña de rodillas para pagar nuestra deuda, o volvernos a las obras de la Ley, ofende a su espíritu (Heb. 10:29).

Aceptando su amor y su perdón absoluto e incondicional,  podemos amarnos y perdonarnos a nosotros mismos y por consiguiente a los demás.  Esto para El es la mejor alabanza.

Regresa mañana para que entendamos un poco más acerca del arrepentimiento.

Shalom.