No Mas Esfuerzo

heavyladden

Romanos 6 trata con el asunto del pecado. Te he mostrado antes  lo que la escritura dice acerca del mismo: El pecado original no fue la desobediencia, sino la desconfianza, pues el hombre fue diseñado para vivir de la fe. Este pecado afectó nuestro diseño original; ésto no hubiera sucedido si el hombre hubiera desconfiado de la serpiente, pero desconfió de quien dependía, lo cual le produjo tan mala opinión de Dios que no podía seguir dependiendo de El.

Por lo anterior, ese aliento de vida que Dios instiló en el hombre, murió y el hombre quedó muerto en su pecado (Col. 2:13, Ef. 2:1-10). Estando muerto, el hombre produce obras muertas, sean buenas o malas, pues todas vienen del mismo árbol,  el Arbol del  Conocimiento del Bien y del Mal – La Ley es nada menos que el conocimiento del bien y del mal; a las obras malas nosotros las llamamos pecado, mas realmente todo lo que el hombre muerto produce es pecado, pues son obras de la carne, de su esfuerzo, y el esfuerzo humano es la esencia de la Ley de Moises y de cualquier religión, filosofía o doctrina basada en el esfuerzo o mérito del hombre.

Por consiguiente, el esfuerzo humano es la antítesis de la Gracia, la cual sólo puede fluir en nuestra vida en un estado de reposo, al confiar en Dios (Heb. 4) y en su integridad.  Si la Biblia dice que la carne es la Ley (Gal. 3:3; Gal. 5:16-18) , entendemos por qué la mente  puesta en “la carne”  es enemistad con Dios (Rom. 8:7), y si a ésto le añadimos que la Ley es la fuerza del pecado (1 Cor. 15:56), el resultado será más pecado: más esfuerzo = mas obras de la carne:

Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad,  idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, herejías,  envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales les advierto, como ya se lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gal. 5:19-21

Podríamos dedicar un estudio bíblico para  cada una de estas obras, la inmoralidad, por ejemplo, que es la que parece ocupar el tema principal de la iglesia, o la sensualidad y la idolatría, mas si seguimos leyendo, las enemistades, los celos, las rivalidades y las envidias también están en la misma categoría de las prácticas que impedirán que la gente herede el reino de los cielos y éstas también abundan en la iglesia, principalmente en el liderazgo. ¿Por qué? Porque la Gracia es lo único que puede hacer que el pecado no tenga fuerza sobre nosotros, y por consiguiente que las obras de la carne no se manifiesten; lamentablemente, la Gracia se ha menospreciado o aún rechazado, por considerarse básica o aun “falsa doctrina“.

Por ejemplo, “el enojo” estaba en primera fila en mi lista. Traté de deshacerme de éste leyendo libros acerca de las raíces del enojo, estrategias para vencer el enojo, terapia de manejo del enojo, y todos éstos solo me llenaron de mas enojo; y es obvio, estaba yo tratando de vencer estas obras de la carne – “obras del esfuerzo” con mi propio esfuerzo. Mas sólo la Gracia cambió ese enojo por contentamiento y paz.

Si tu crees que la autoridad de la iglesia debe ser la Escritura divinamente inspirada, y no las opiniones o interpretaciones de los hombres, no tendrás problema en aceptar que el problema de la iglesia no son tanto las obras de la carne, como lo es La Ley de Moisés y si a la iglesia se le mantiene bajo la Ley, el resultado serán las obras de la carne. El antídoto sera la Gracia para que la gente aprenda a andar “Bajo el Espíritu”, y el Espíritu se encargará de hacer morir las obras de la carne en cada uno de nosotros.(Rom. 8:13)

Ambos problemas del pecado, sea la muerte del hombre al separarse de Dios, o sea la Ley, ya los solucionó Jesús; primero, clavando la Ley en la Cruz,  (Col. 2:14)

Segundo, unificándonos de nuevo a Dios al darnos vida Nueva a través de Su Espíritu (Juan 5:24). Esta es la Vida del Cristo Resucitado – Jesucristo en ti y en mi.

Aunque bajo el Nuevo Testamento, el pecado ya no le es imputado al creyente, mientras el creyente o su líder religioso no acepte que el pacto o la Ley vigente no es mas la Ley de Moisés (los Diez Mandamientos), sino La Ley del Espíritu de Vida (Rom. 8:2),  la ley de libertad (Santiago 1:25) y  la Ley de la fe por el amor (Rom. 3:27, Gal. 5:6), el pecado no va a perder su fuerza en la iglesia, pues si se le enseña a la gente a seguir la Ley de Moisés y a tratar de agradar a Dios por ella, lo único que se logrará es que los creyentes se caigan de la Gracia de Dios (Gal. 5:4)

De Cristo se han separado, ustedes que procuran ser justificados por la ley; de la gracia han caído. Gal. 5:4

Shalom