La Lógica Equivocada

Entendiendo que la religión y el Evangelio no son la misma cosa, podremos entender por qué el triunfo de la obra redentora de Jesucristo ha quedado condicionado a la fe de la gente, a sus obras de purificación,  a su comportamiento, o a su apariencia de santidad, creyendo que nuestros esfuerzos, rituales y creencias son los que nos salvarán y no el esfuerzo y la fe de Dios en reconciliar al hombre consigo mismo a través del trabajo consumado de nuestro Señor Jesucristo, basado en lo que Él cree, es decir,  en su lógica y no en la nuestra. 

Contrario a toda lógica humana, después de   cumplir  con tantos requerimientos humanos para purificarnos y ‘convertirnos’, por mencionar algunos: leer la Biblia, orar de rodillas, parado, con velo, con vela,  congregarse los domingos; (los sábados es lo válido, dicen algunos),  ayunar, lapidarse, hacer penitencia, arrepentirse, confesarse, tomar la comunión, hacer obras de caridad, mantenerse en castidad, etc., etc….., si los convertidos no se bautizaran,  ¡no podrán entrar al cielo!; desde luego, siempre y cuando se bauticen en el nombre de Jesús,  pues si lo hicieran en el nombre del Padre, del Hijo y el Espíritu Santo, el bautismo no les será válido (según ciertas denominaciones).  

Por lo anterior, yo me bauticé 5 veces.  La primera, como  bebé;  la segunda, cuando me arrepentí de mis pecados,   la tercera, para estar segura de que realmente me arrepentí (según aquel ministro),  la cuarta, para recibir al  Espíritu Santo y  ‘regenerar’ mi espíritu, y la quinta, durante mi viaje a Israel, cuando vi que mis compañeros de autobús querían bautizarse en el mismo lugar en donde se bautizó Jesús,  y habiendo quedado ‘adicta al bautismo’, no pude resistirme.  ¡Aun el Espíritu Santo me ha bautizado! Y aunque Él es quien me ‘rehabilita’, no te prometo que sea la última vez que me bautice,  si después de mi muerte, mi certificado de defunción cayera en manos de algún mormón, como sucedió con el de mi padre.

Una vez  purificados, justificados, bautizados y salvos, necesitaremos pagar  el diezmo, si queremos que Dios “reprenda al devorador” y ‘haga caer sobre nosotros bendición hasta que sobre abunde”,  porque aparentemente, ésto no estaba incluido en el paquete anterior.  Desde luego, este seguro adicional sólo aplica a los que diezmen ‘del bruto’, pues  los que no diezmen  o le descuentan lo que dan al César, le estarán “robando a Dios”; aun correrán el riesgo de caer muertos frente a la congregación, como Ananías y Safira, si no declaran sus ganancias en el sobre del ‘dador alegre’. 

Cabe aclarar que la Ley de la Siembra y la Cosecha – la de ‘sembrar semillas’ en forma de dinero para tener mas dinero, solo entrará en efecto cuando das de lo que es tuyo, pues ¡el primer 10% es de Dios!;  por lo que si no tienes dinero, no es porque la mitad de tu salario te haya sido arrebatada, sino porque no has “sembrado suficientes semillas”.   Todo ésto sin entender que Jesús era el Diezmo de quien profetizaba la Escritura, y que Él ya reprendió al devorador, y que Él también ya abrió las puertas del cielo y  ya hizo “caer sobre nosotros bendición  hasta que sobreabunde”, al traernos el pan del cielo y el agua de Vida,  al habitar con nosotros, en nosotros y nosotros en Él para siempre.   Él era la semilla que al ser puesta en la tierra daría una gran cosecha: ¡nosotros!  Él es la Palabra echa carne que al ‘hablar bien’ acerca de nosotros (el significado de bendecir)  florecería como ‘fruto’ –  en nosotros.   Lamento mucho si ésto no te parece tan buena noticia,  después de haber dado tanto dinero.    

Cree amado(a) que tan satírico o cruel como todo ésto pueda sonar, algunos nos esforzamos por  cumplir con todos los requisitos, y aun ayudamos  a ‘salvar’ a tanta gente como nos sea posible, compartiéndoles acerca de lo que les va a suceder si no creyeran nuestra doctrina o versión del ‘evangelio’, e invitándoles a hacer dichos actos de purificación para ‘convertirse’  y  ser ‘salvos’ lo cual (se me olvidaba) no es permanente,  pues aun se encuentra en debate si la salvación se pierde o no se pierde.

De esta manera, vivimos la vida cristiana llenos de labores infructuosas,  en el círculo vicioso de la Ley (el ‘nomos’),  huyendo de, o luchando contra aquello que la Ley produce en nosotros (las obras de la carne),  o sucumbiendo ante ello y corriendo a la Gracia para pedir perdón, llegando al final de la carrera sin ninguna seguridad de salvación. 

Mientras tanto, en el proceso entre la culpa o  la auto-condenación  y la auto-determinación, la auto-purificación y la auto-justicia,  algunos de nosotros lentamente llegamos a  convertirnos en una versión farisaica mas triste y mas disfuncional de nosotros mismos, al  haber creído las cosas que  la religión proclama acerca de Dios y  de Sus hijos, y al haber vivido durante tanto tiempo bajo la potestad del temor, de la obligación,  y de la culpa que surge cuando nuestra fuerza de voluntad sucumbe ante la fuerza de la Ley,  o cuando desde el púlpito se nos reduce a polvo,  al inflamar nuestra ‘consciencia de pecado’,  (que precisamente fue de lo que Jesus vino a limpiarnos y a hacernos descansar), al escuchar sermón tras sermón acerca de todo lo que hacemos mal, lo que no somos, lo que no hacemos o lo que deberíamos hacer; todo ésto sin conocer el efecto que sobre la carne ejerce el  tratar de producir el ‘dominio propio’  y los demás frutos del Espíritu,  a base de esfuerzo, disciplina y ‘fuerza de voluntad’ (y en casos extremos, a base de intimidación, castigo y violencia), al mismo tiempo que nos sentimos ‘indignos’.

Contrario a toda razón, puesto que tal semilla de Ley, siendo la fuerza del pecado, solo producirá fruto de corrupción y nunca de rectitud, nos escandalizamos cuando este fruto se manifiesta, y lo confundimos con la identidad de la persona, juzgando y condenando  a los que lo exhiben (en ocasiones, nosotros mismos) y pronunciando juicio sobre ellos por haberse caído de la Gracia, cuando ésto solo puede lograrse  al ’tratar de ser justificado por las obras de la Ley’  (Gal. 5:4), por lo que si llegamos a manifestar “corrupción”, será precisamente porque antes de ello “nos caimos de la Gracia”.    

Por supuesto,  ¡esta ‘salvación’ es sólo para los que ‘creen’! ¿No es así? y siempre y cuando ‘crean’ lo que nosotros creemos;  y desde luego, siempre y cuando ‘lo crean hasta el final’;  aunque yo al final ya no supe cuales eran realmente las ‘buenas noticias’, pues ninguna me hizo sana, ni libre; ninguna me hizo sentirme aprobada, ni amada, ni cerca de Dios;  ninguna me hizo cambiar mi opinión acerca de Dios, ni de mi misma; ninguna me permitió verme valiosa; ninguna me quitó esa consciencia de deformidad y distorsión de mi imagen, esa sensación de ‘inadecuacidad’ que me acusaba y me hacía sentir que algo estaba tan mal conmigo misma, que nadie podía amarme, ni siquiera Dios; aun creía que Dios me había maldecido.  

Mas ¡oh feliz día, cuando Cristo se reveló en mi corazón en Gracia y en Verdad,  y me abrió los ojos para encontrarme  en Él, inmensamente amada, totalmente a salvo en sus brazos – completamente acepta,  perdonada y redimida!  La mentira continúa cayéndose de mi, hoja por hoja, a partir de ese momento, sin mi esfuerzo o mi ayuda;  a partir de entonces,  la verdad me ha hecho sentirme diferente,  y todo aquello que siempre traté de reproducir por mi misma, por fuerza de voluntad, como el amor o el perdón a los demás, la generosidad, el gozo, la paz,   etc., se han convertido en algo espontáneo, continuo y presente.

Mientras tanto,  alrededor mío, en medio de tanta confusión de retórica y argumento (el significado de Babilonia),  si alguien intentara hacerles ver a tantos líderes religiosos que lo que ellos proclaman no es la lógica de Dios,  ni mucho menos ‘El Evangelio’,  ellos  ‘rasgarían sus ropas’ en indignación, y no importa cuanta Escritura se les ‘exegesise’, o cuanto hebreo o griego se les traduzca en su idioma natal, no lo creerán, a menos que el Espíritu Santo logre hablarles mas fuerte que sus convicciones religiosas y abra sus ojos; por el contrario,  te acusarían de cubrir con caramelo la Escritura,  o de acomodar solo aquellas citas que te sirvan para probar tu ‘herejía’, aunque ellos la hayan mezclado con levadura y yerbas amargas para probar las de ellos.  

Entonces, al igual que los fariseos del tiempo de Jesús, intimidarán a sus ‘fieles’ en contra de escuchar o de creer a aquellos que anuncien el Evangelio “del Dios Feliz” – el Evangelio ‘fácil’, que curiosamente, es el mismo Evangelio de Gracia  que Pablo predicaba. Por esta razón, me temo que muchos incautos no te escucharán,  ni tampoco leerán tus publicaciones, por temor a que “La Gracia” sea un falso evangelio, una herejía,  o la Gran Apostasía, a pesar de que sus obras de la carne, de salir a la luz, comprobarían la tesis de Pablo.

Aunque muchos son los que abren su corazón a la voz del Espíritu Santo, y logran escapar de la cautividad de la religión, la gente tiende  a escuchar sólo aquello que su consciencia les permita creer;  en este caso, las palabras de un agnóstico hacen sentido:

“si hemos sido embaucados  el tiempo suficiente, tendemos a rechazar cualquier evidencia del embauco. Ya no estamos interesados en descubrir la verdad. El  embauco nos ha capturado. Es simplemente demasiado doloroso reconocer, incluso para nosotros mismos, que nos han tomado el pelo”.  Carlos Sagan

Es esta la razón por la que el “Nomos” mantiene cautivas a las personas y por lo que a sus ‘creyentes’ les será mas fácil creer que el apóstata y falso maestro es aquel que hable la verdad;  entonces, aquellos que tanto te amaban,  temerán hablarte y asociarse contigo, porque no querrán contaminarse de tu pecado o de tu herejía,  y te  clasificarán como ‘rebelde’, ‘deslizado’,  ‘loco’, ‘falso maestro’, ‘universalista’, ‘blasfemo’,  aun como ‘satánico’,  como si ‘el acusador de los hermanos’ estuviera interesado en proclamar que todos los humanos  somos “Hijos del Altísimo” – hechos en su imagen y semejanza, sin mancha y sin culpa, pues ya hemos  sido todos redimidos!”.  

Mientras tanto,  aquellos a cargo del sistema Nomos, a través de la academia, la media y la comedia, continuarán tratando de implantar la ‘marca de la bestia’  en la mente del ser humano, al reducirlo  a calidad de ‘polvo’ – a un diseño ajeno e inferior al suyo y a una calidad de vida  aun inferior a la de un animal, pues en el reino animal, los animales conservan su genero e identidad;  no matan a sus recién nacidos,  ni abusan de ellos, los crean en familia, los enseñan a vivir de acuerdo a su diseño y sólo se desvían de su naturaleza cuando viven bajo cautividad.   

Lamentablemente, mientras la humanidad no conozca el ‘verdadero’ Evangelio, y entienda que es una NUEVA CRIATURA, que las cosas viejas ya pasaron y que todas han sido YA HECHAS NUEVAS, este sistema ya derrocado seguirá en operación, y seguirá intentando  reducir a la raza ‘adámica’ a ‘polvo’,  para poder devorarla, pues el polvo es el alimento de la serpiente.   Mas la serpiente no podrá devorar el oro fundido – nuestra unión con Dios es ese oro.

Gracia en Abundancia.

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