Saliendo de la Pobreza

P1010394

De todo lo que aprendimos acerca de la prosperidad y las finanzas, lo más importante es recordar que en ningún momento debe haber temor ni condenación, ni tampoco codicia al dar dinero o al no darlo.    La codicia es el deseo insaciable de tener más, por tanto nuestra motivación no debe ser que Dios nos dé más, sino simplemente que sus propósitos se cumplan en la tierra.

“Estén atentos y cuídense de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes.” Luc. 12:15

“Pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento …” (1 Tim. 6: 6-10)

Sea el carácter de ustedes sin avaricia, contentos con lo que tienen, porque El mismo ha dicho: “Nunca te dejare ni te desamparare”.  Heb. 13:5

El Apóstol Pablo era un hombre rico,  pues era fariseo de fariseos, de los más distinguidos y renombrados,  sin embargo, él todo lo tuvo por basura.  (Fil. 3:8) Él dijo que había aprendido a contentarse con todo en medio de riquezas o de pobrezas.

¿Quiere decir que debemos conformarnos con ser pobres para el resto de nuestra vida?  No necesariamente,   Yo no te aconsejo que te contentes con tu pobreza, pues la pobreza es una manifestación  de la maldición, y como tal no viene sola, por lo general viene acompañada de problemas, pleitos, enfermedades y aún de tragedias.  Más Cristo llevó toda la maldición sobre sí mismo en tu lugar, (Gal. 3:13) por tanto, si tú has recibido su regalo de justificación y vida eterna,   la pobreza ya no tiene derecho a permanecer en tu vida, ni tampoco puede, pues tú has sido cubierto de oro, tu ropa es de lino fino, pues eres Sacerdote Real y tu Padre es un Rey.  Tu identidad ya no es la de un pobre vestido de harapos sucios.

El estar “contentos con lo que tenemos” no significa conformarnos con ser pobres,  sino que  descansemos en la integridad y el Amor de un Padre que dijo que SIEMPRE va a satisfacer nuestras necesidades.     Por tanto,  si reconocemos su provisión diaria  y vivimos agradecidos aun con poco, podremos dar sabiendo que nuestro Padre no se mide en darnos y bendecirnos,  podremos vivir contentos  hasta que mayor bendición se manifieste y disfrutaremos de lo mucho sin volvernos locos cuando Él nos lo añada; de esta manera, aunque todo en el universo nos fuera añadido,  ni nuestro valor ni nuestro corazón radicarán  en las cosas, sino en el valor que nos fue dado como Hijos de Dios comprados, lavados y justificados por Su Sangre.

Más  cuando nuestros ojos están en lo añadido, el gozo nos durará solo hasta que veamos lo que le fue añadido al vecino,  o cuando veamos en la tele lo que se estará lanzando este año, sea un auto más nuevo, o el celular más nuevo, o una computadora, o un viaje, y te puedo asegurar que no habrá dinero suficiente para hacerte sentir contento y nunca te sobrará dinero para ser de bendición a los demás fuera de tu casa.

Jesús nos dijo en Mat. 6:32 que los gentiles viven buscando toda cosa material,  mas El sabe que necesitamos estas cosas;  los gentiles no creen en un Padre que  les supla todo lo que necesiten o anhelen, por lo mismo  su existencia y su valor se centra en obtener tales cosas, mas tu sabes que tu  Padre Celestial te ama  y que si dio a su Hijo Jesús por ti,  cuanto mas te dará todas las cosas. (Rom. 8:32)

Dios no te quiere pobre ni tampoco quiere que le sirvas a mammon, pues no podemos servir a Dios y a las riquezas.   Como aprendimos, nosotros buscamos Su Reino y su Justicia, – Su Hijo Jesús y su Gracia, y El se encarga de nuestras finanzas.

Cuando nuestra fe reciba esta promesa,  no podremos evitar dar,  pues la naturaleza de Dios nos hará querer darle a todo el que manifieste necesidad,  mas  la sabiduría y la paz de Su Espiritu Santo deberá ser la guiansa que sigamos para saber donde y cuando dar o no dar, principalmente para saber si el ministerio al que damos es de vida o de muerte, o cuando alguien que te solicita dinero es solo un estafador;  asi mismo,  para que no traigas el mal a tu propia casa, como fue el caso del padre de Elizabeth Smart, quien por generosidad trajo a trabajar a su casa a un vagabundo de la calle,   quien secuestraría a su propia hija.

“Miren, Yo los envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sean astutos como las serpientes e inocentes como las palomas.”   Mat. 10:16

Shalom