¿Quien Ha Creido Nuestro Anuncio?

Noah

Si te has dado cuenta, los mensajes que el mundo envía le atribuyen valor al ser humano por su mucho hacer, su mucho lograr, o su mucho tener.  En este sistema de valores “virtuales” en el que vendemos y compramos, muy pronto descubrimos que lo que somos hoy, logramos hoy y tenemos hoy no nos sostendrá mañana y cuando ésto se cae,   al igual que la bolsa de valores,  nos quedamos sin nada; más el Evangelio de Gracia dice que por un acto de amor, aun sin que valiéramos nada, lográramos nada o tuviéramos nada, Cristo nos dio valor que nunca habríamos podido obtener por nuestro mucho hacer o lograr. Lo que Él es, lo que El hizo, lo que Él logró y lo que Él tiene es ahora tuyo tan solo si lo recibes por la fe,  y es lo único que te sostendrá hoy, y mañana, seas joven o viejo, mientras vivas y mas allá de la vida.

Desafortunadamente, la mente religiosa se opone al mensaje sencillo del Evangelio, porque el evangelio le quita la gloria al hombre y se la devuelve toda a Cristo, desacreditando todo nuestro esfuerzo, todo nuestro orgullo en lo que somos o creemos ser, sea nuestra raza, lugar de origen, apellido de abolengo, nuestra genealogía real, nuestra buena historia crediticia o laboral, nuestra boleta llena de dieces o nuestra pared llena de títulos, diplomas y logros.

Aquellos que viven basados en ese sistema de valores declaran: “Prefiero ser yo el que me gano el pan”; “yo no necesito que nadie haga las cosas por mí, yo me considero totalmente capaz de hacerlas por mí mismo”, más ésto  es una gran ofensa para aquel que dio su vida para darnos valor;  lejos de darle la gloria a Dios, se la roba, cuando no reconocemos que el poder para ganarnos el pan o para ser totalmente capaces para hacerlo todo, nos lo da El por su Gracia.

Alguien escribió: “La primera vez que escuché el evangelio de Gracia, me enojé con Dios, porque despreciaba todos mis intentos de agradarle y de estar cerca de Él”. Mas no es que los desprecie, sino que Él no recibe  a nadie que presuma de rectitud propia y cuando estos intentos de agradarle provienen de la misma, Él nos desmiente y nos ofrece al único que nos puede hacer verdaderamente rectos y llenos de valor ante sus ojos: Jesucristo, pues si Dios no lo ve a Él en nosotros, solo ve trapos de inmundicia (Is. 64:6).

Es por ello que el mundo no lo recibe fácilmente, a menos que por Gracia les sea revelado, pues el evangelio es locura para mucha gente (1 Cor. 1:18); ¿cómo podrán entender que sólo creyendo en lo que Dios dice acerca de El y de nosotros podremos transformar nuestra vida sin hacer nada, tan solo  hablándolo con fe; después de todo, los mensajes que el mundo envía no funcionan a menos que logremos ponerlos en práctica.

No así la Palabra de Cristo, que está respaldada con su trabajo ya consumado y reforzada con el poder de su  Espíritu Santo, misma que  hará en nosotros por si misma a través de nuestra fe lo que la mandemos a hacer con  la confesión de nuestros labios, por el solo hecho de que al llevar Su Espíritu llevamos su autoridad,  y en la palabra del Rey existe poder (Ec.8:4). Su Palabra es nuestra placa de autoridad, es el sello de nuestro cetro de reyes y sacerdotes. Esta será la diferencia de escuchar a un orador motivacional que envía palabras positivas sacadas del pensamiento del hombre pecador, a escuchar a aquellos que envían las Buenas Noticias de vida abundante y libertad que existe en la Palabra Pura de Poder del Dios viviente a la vida de la gente.   Tristemente, la gente ha puesto su confianza en lo que el hombre dice y no en lo que  Dios dice:

(Nuevamente incluyo en paréntesis anotaciones tomadas de la traducción del Nuevo Testamento de Kenneth S. Wuest)

¿Cómo, pues, invocarán a Aquél en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquél de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique (quien lo proclame)?  ¿Y cómo predicarán (lo proclamaran) si no son enviados (con esa misión)? Tal como está escrito: “¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio del bien! (¡Un espectáculo para quitar el aliento! )

Sin embargo, no todos hicieron caso al evangelio, porque Isaías dice: “Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.”  Rom. 10:14-17

Esta pregunta de Isaías llega a ser la nuestra más frecuentemente de lo que quisiéramos, como lo expresa la versión “El Mensaje”:

“Pero no todos están listos para esto, listos para escuchar o actuar. Isaías pregunto lo que todos preguntamos en un momento dado: “¿A alguien le importa Señor? ¿Hay alguien que esté  escuchando y creyendo una sola palabra de esto?

El punto es este: antes de que confíes tienes que escuchar. Pero a menos que la palabra de Cristo sea proclamada, no hay nada que escuchar .  Rom. 10:16-17

Esta declaración nos lleva a un punto tajante en el que no podemos hallar argumento que soporte cualquier otra forma de doctrina. Su vida nos ha dado ese valor por el que nos gastabamos la vida, al redimirnos nos plantó en cimientos de plata, nos cubrió con el oro divino de su rectitud  y nos vistió con el Lino más fino y resplandeciente,  nos lleva en su pecho como piedras preciosas, lo cual nos hace de precio invaluable.

Shalom