Pacto de Vida

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La semana pasada te mostré que la esencia del Viejo  Testamento era la promesa de  Jesucristo y que el Pacto con Moises solo fue un “paréntesis”  necesario para demostrar a la humanidad que  la  “rectitud por el hacer”   es una meta irrealista e inalcanzable.

Vayamos ahora al Nuevo Testamento, que aunque  en nuestra Biblia comienza con los 4 Evangelios,  éstos no son el comienzo del Nuevo Pacto, sino  la  culminación del  Antiguo, los cuales testifican de  cómo la promesa de Jesús se cumplió y  cómo Él vino a finiquitar aquel Viejo Sistema, “cumpliéndolo”  y dejándolo “clavado en la Cruz” (Col. 2:14). Así fue como  Jesús “confirmó la Ley” (Rom. 3:31),  pues según la Ley, “la paga del pecado es la muerte” (Rom. 6:23)   “Y según la Ley, casi todo ha de ser purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón” (Heb. 9:22)  y ambos requisitos ¡Jesús los confirmó!  lo cual es el contexto de Romanos 3:

Todos son justificados gratuitamente por Su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús,  a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por Su sangre a través de la fe, como demostración de Su justicia, porque en Su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente (“bajo la Ley”, énfasis mío), para demostrar en este tiempo Su justicia, a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús.

¿Dónde está, pues, la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿La de las obras? No, sino por la ley de la fe. Porque concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte (separado, énfasis mío) de las obras de la Ley.

Rom. 3:24-27

El  Nuevo Pacto, entró en vigencia hasta  el Libro de los Hechos,  cuando Jesús, después de su muerte y resurrección, nos dio su  “Espíritu de Hijos”,  cumpliendo con ello  también las promesas hechas a Abraham y todas las profecías, letra por letra, acerca de si mismo (Jer 31; Ez. 16:60-63; Ez. 36:22-28; Ez. 37:24-28; etc.).

Por la Gracia de Dios, este  Nuevo Pacto no es mas entre Dios e Israel,  o ninguna otra nación, sino entre Dios y su Hijo Jesús a favor de toda la humanidad; Jesús es su “mediador” (Heb. 8:6),   Él lo firmó, Él lo ejecutó y Él lo hace efectivo en nosotros “por su Espíritu”, el cual opera por medio de la fe.

El Pacto de “rectitud por obras“ ya no tiene lugar.

Pues si aquel primer pacto hubiera sido sin defecto, no se hubiera buscado lugar para el segundo (Heb.8:7)

Cuando Dios dijo: “Un nuevo pacto,” hizo anticuado al primero; y lo que se hace anticuado y envejece, está próximo a desaparecer. 8:13

Asimismo, el Nuevo Pacto no  tiene mas substitutos, pues es “pacto perpetuo”- para siempre;   cualquier “substituto” solo te hará retroceder a la “rectitud por obras” y por consiguiente, a la maldición de la Ley de donde Jesús ya te sacó.

Lamentablemente, sin creer el Nuevo Pacto, no podemos beneficiarnos del mismo, pues al igual que Abraham, solo por la fe podremos heredar sus promesas y esto es por Gracia y no por la Ley (Rom. 4:13-17;  Hechos  20:32).

Durante el  Pacto de Moisés, el pecado consistía en desobedecer la Ley, mas quedaba cubierto al ofrecer los sacrificios. Durante el  Nuevo Pacto,  ese pecado ya ha sido apartado de nosotros al quedar aquella Ley sin efecto.

 Porque el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, pues no están bajo la Ley sino bajo la gracia. Rom. 6:14

Bajo este Nuevo Pacto de Gracia,  “Todo lo que no procede de fe, es pecado” (Rom. 14:23), por tanto,  la incredulidad será lo único que excluya al hombre de recibir lo que  Dios nos ha dado gratuitamente;  asímismo, el rechazo de este Pacto será  el único pecado imperdonable (Heb. 10:29),  esa es precisamente la ofensa al Espíritu Santo, quien es el Espiritu de Jesucristo  y la esencia de la Biblia entera ( Mar 3:28; Mat. 12:31; Luc. 12:10).

Por último, muchos enseñan que al creer en Jesús, podremos ahora cumplir la Ley de Moisés,  pues  Él escribirá su Ley en nuestro corazón,  mas es aquí cuando hemos sido desviados de la verdad,   pues la Ley que Jesus escribe no es la Ley de Moisés.

Porque cuando se cambia el sacerdocio, necesariamente ocurre también un cambio de la ley. Pues aquél de quien se dicen estas cosas, pertenece a otra tribu, de la cual nadie ha servido en el altar. Porque es evidente que nuestro Señor descendió de Judá, una tribu de la cual Moisés no dijo nada tocante a sacerdotes. Y esto es aún más evidente, si a semejanza de Melquisedec se levanta otro sacerdote, que ha llegado a serlo, no sobre la base de una ley de requisitos físicos, sino según el poder de una vida indestructible. Pues de Cristo se da testimonio:

“Tu eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.”

 Porque ciertamente, queda anulado el mandamiento anterior por ser débil e inútil (pues la Ley nada hizo perfecto), y se introduce una mejor esperanza, mediante la cual nos acercamos a Dios.

Heb. 7:12-18

Jesús es la Palabra, o el Verbo,  ¡Él se escribe a si mismo en tu corazón!   –   Dios nace en ti,  y contra Dios nacido en ti  no existe Ley!  Él es  tu  Nueva Ley de Vida y Libertad que produce un nuevo fruto – un nuevo “Tu”,  todo  por su Gracia, por el amor de Dios y el poder de esa “vida indestructible” – su vida de resurrección  contenida en su Espíritu, y no por tu esfuerzo o habilidad para seguir leyes o reglas morales, de acuerdo al “conocimiento del bien y el mal”   que  produjo la muerte en la humanidad.

El Nuevo Pacto es  acerca de ser “re-creados”  como Nuevas Criaturas,  a imagen de Jesucristo, limpias, inocentes, guiadas por  la voz del Espíritu de Vida hacia todo lo que es VIDA. Al dejar de ejercer la Ley su efecto sobre nosotros,   todo aquello en nuestra vida que es de muerte o para muerte (enfermedad, maldición,  obras de la carne, tragedias, etc) tarde o temprano “morirá”.

El  Árbol de la Vida ya  está al alcance de todos; este Árbol es Jesucristo,  Él selló el Nuevo Pacto.

Feliz Dia de la Resurrección

Para mayor claridad, recomiendo mis estudios de la Ley,  el Libro de los Romanos, La Verdad los hará Libres y las secciones de Babilonia, que encontrarás en el Mapa del Sitio.

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