Pacto de Vida o de Muerte

ropas de justicia

Habiéndote mostrado lo que el Viejo y el Nuevo Pacto significan, podríamos sumarizar el contenido de la Biblia en lo siguiente:   El Viejo Pacto es la historia y la evidencia de lo que le sucedió a la humanidad a través  de  la caída de Adán;   el Evangelio de Gracia que declara el Nuevo Pacto  es la revelación de lo que le sucedió a la humanidad  a través del  trabajo consumado de Jesús  en la Cruz, con la evidencia de Su resurrección  como nuestra esperanza y promesa,  cuya garantía es el mismo Espíritu que le levantó de los muertos, habitando en  los que creen en este Evangelio (Ef. 1:13-14); por consiguiente, si Su resurrección fuera mentira,   nuestra única promesa sería la muerte eterna que le aconteció a Adán.

De lo anterior te darás cuenta de que no podemos estar cubiertos por  ambos pactos,  de la misma manera en que no podemos estar al mismo tiempo secos y mojados, o vivos y muertos o fríos y calientes.   De aquí entenderás por qué el Señor Jesús dijo  que “a los tibios Dios los vomitará de su boca”. (Ap. 3:16)

A esto también se refería Jesús cuando dijo que el Vino Nuevo reventará los odres viejos y el enmiendo de tela nueva en trapo viejo rasgará el vestuario; necesitamos un “odre nuevo” – un corazón nuevo, un corazón que cree y un vestido nuevo que es el Nuevo Pacto;  este Pacto es la única cobertura de rectitud posible para la humanidad, no tejida de intentos y buenas intenciones sino del trabajo consumado de Jesús en la Cruz, por tanto esta vestidura no tiene defectos ni hoyos.

El Nuevo Pacto no ofrece reparar tu vieja vestidura a través de tu esfuerzo y disciplina,   esa vestidura Jesús ya la razgó en su propio cuerpo;  Él nos ha dejado una nueva,  blanca y resplandeciente, que no se rasgará jamás, como los fariseos hacían con sus ropas;   sin embargo, aunque esta vestidura es gratuita, no es barata, pues solo puede recibirse con una moneda:  “la moneda de la fe” – fe en  quien nos la obsequia,  Jesucristo, y en lo que Él hizo y no en lo que “otros” hicieron, ni tampoco en lo que nosotros podamos hacer.

En la Parábola del hombre rico y Lázaro, en Lucas 16:19-31,  tenemos a un hombre vestido de “púrpura y lino fino”,  que representa “justicia o rectitud propia”,  como es el caso de la mujer “Babilonia la Grande”,  que conocimos durante nuestro  estudio de Apocalipsis.

Lázaro, cuyo nombre significa “a quien Dios ayuda” estaba lleno de llagas, por lo que vivía en tormento.  Aquí vemos una figura de Jesús, durante su crucifixión, representando a la humanidad.

Ambos mueren y al hombre rico se le escucha en un lugar de tormento, mientras que a Lázaro se le ve descansando en  el “seno de Abraham”,  que solía ser el lugar de espera de aquellos que antes de la resurección de Jesús morían siendo justificados como Abraham,  por la fe en su futuro Mesías, quien aquí hablaba.

El rico le pide a Abraham que envíe a Lázaro a su familia para que ellos no vayan al mismo lugar de tormento  y Abraham le dice que ellos tienen a Moisés y a los Profetas.   El rico le dice que si alguno fuera de entre los muertos se arrepentirían,   mas Abraham le contesta que si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán,  aunque “alguno” se levantare de los muertos.

Este mismo Mesías, narrador de esta parábola, fue el primero que se levantó de los muertos y el mismo que dijo:

Porque si creyeran a Moisés, me creerían a Mí, porque de Mí escribió él.  Juan 5:46

Entonces dije: ‘Aqui estoy, Yo he venido (en el rollo del libro esta escrito de Mi) para hacer, oh Dios, Tu voluntad.’”  Heb. 10:7

Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.  Mar. 16:27

(Ver también Luc. 24:44)

El objetivo del Viejo Pacto  no era que la gente se vistiera de su propia justicia, sino que creyeran en aquella vestidura de justicia que les sería dada por Gracia cuando su Mesías viniera; sin embargo, el Mesías ya vino y ya se levantó de los muertos y aun muchos no han creído en Él, ni permiten que otros crean en Él, y sin creer en Él, no podemos vestirnos de Él.

Otros “creen” haber creído en Él, mas no creen que lo que hizo fue suficiente, por tanto aun siguen cubiertos con sus vestiduras del Viejo Pacto,  ofreciendo sus propios sacrificios y castigos, o sus propias obras de purificación,  como si Cristo nunca hubiera existido.

Para recibir la vestidura del Nuevo Pacto solo es necesario estar de acuerdo con Cristo en  que la necesitas en lugar de la tuya;  esto equivale a usar su rectitud en lugar de cualquier rectitud  propia, si crees que esta existe,  o en lugar de tu desnudez, si al igual que yo estas convencido(a) que no existe tal cosa como rectitud propia.  Esta es la humildad “bíblica”.

En Cristo has sido perfeccionado (Heb. 10:14).  Tu perfección y justicia propias te estorbarán.  En Cristo ya has sido ayudado; Su perfección es tu nuevo comienzo.  El Viejo Pacto contiene tu muerte;  el Nuevo Pacto contiene tu vida y tu herencia.  Esta herencia solo puede recibirse por la Gracia.  (He.20: Gal. 3:18; Rom. 4:13-14).  El Viejo Pacto te la robará.

Shalom

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