Orando por los Incrédulos

calaveras

En la parte final del Capítulo 15 de Romanos, Pablo habla de su trabajo pionero entre los gentiles, (v. 20) dando a entender que no había sido sin reto (v. 22) y enfatizando en cuán importante era el papel de aquellos que lo apoyaban para que la escritura que cita en el vers. 21  se cumpliera:

A los que nunca se les dijo de El – ¡ellos lo verán!

Aquellos que nunca han oído hablar de él- ¡Ellos entenderán! Is. 52:15

En los versículos siguientes (te pido que te refieras a tu Biblia), Pablo habla de su deseo de volver a ver a aquellos creyentes en Roma, así como su necesidad de que ellos le ayudaran a continuar su comisión (23-25), no sólo con su viaje, sino en dos clamores de su corazón:  el primero, haciendo llegar recursos financieros a aquellos que se encontraban en gran necesidad en Jerusalén (v. 26); el segundo y no menos importante, su gran necesidad de su oración. Nota como esta última petición es aún más seria que su petición por finanzas (v. 31).

En esta necesidad de oración me gustaría enfatizar hoy, nota cual era este clamor de su corazón: que Dios lo librara de los desobedientes (v.31),  “los incrédulos” en la versión internacional, lo cual está en paréntesis en la versión NBLH, traducido como “los rebeldes” en la versión Reina Valera y en la versión “The Message” lo interpreta de esta manera:

“Oren arduamente por mi a Dios Padre, a través del poder de nuestro Señor Jesús, a través del amor del Espíritu, que sea librado de la guarida de leones de los no creyentes en Judea.”

Esta palabra “desobedientes”,   “incredulos”  o “rebeldes”, es el griego “apeitheō ”  que significa:

 1. No permitirse a uno mismo ser persuadido

  • Rehusar creer
  • No consentir – no estar de acuerdo

A través de esta Escritura, Pablo nos aclara una vez más, por si aún quedara duda, que la incredulidad es lo que Dios considera “desobediencia” bajo el Nuevo Pacto.

Por lo anterior, la apatía o la incredulidad del Pueblo de Cristo no es algo que deba tomarse a la ligera, sino al contrario, es algo que requiere oración ardua de sus amados los creyentes, pues es considerada “rebeldía”; la rebeldía bajo el Viejo Pacto era considerada como “pecado de brujería”. (1 Sam. 15:23); así mismo, bajo el Nuevo Pacto la incredulidad del Evangelio es el único pecado que nos separará de Dios para siempre. Esta es la ofensa al Espíritu Santo, por tanto el anhelo de  Pablo era que los oyentes “consintieran” con lo que él les predicaba, pues de no ser así, no solo se perderían, sino que ellos serian el obstáculo para que los demás se salvaran. Eran los incrédulos los que hacían su labor tan difícil, aquellos que peleaban por lo Antiguo y desechaban lo Nuevo.

Esto es de suma importancia en nuestro tiempo moderno caracterizado por la apatía y la incredulidad, debido a que son muchas las doctrinas y los dioses que compiten por nuestra fe y cuya elección  es nuestro derecho legal; sin embargo, a cada persona le fue dada por Dios la facultad de creer en lo que quiere creer, aún mucho antes que la Ley de cada país nos diera ese derecho y solo eso que ya creen consentirán escuchar.  

En eso consiste el libre albedrío, en que podamos decidir que creer y que hacer con lo que creemos,  pues el hombre fue creado para vivir por la fe; sin embargo, si en aquello que creemos no se encuentra la vida, esto traerá muerte y  no la  vida abundante que solo Jesucristo puede dar; por tanto, para Pablo era de extrema importancia que la gente encontrara esta vida y que aquellos que no la recibieran no se la robaran a los que si la anhelaban.

Adán creyó que podía encontrar la vida comiendo del árbol del Bien y del Mal, el cual le ofrecía “ser como Dios si comía de él” – en otras palabras “ser por el hacer”, mas Adán se olvidó que ya era como Dios, pues Dios lo había creado “a Su imagen y semejanza; esa ya era su identidad. Desde ese momento, el hombre ha vivido “haciendo para poder ser”.

Curiosamente, cuando Dios les dio la Ley, ésta básicamente consistía en “haz y vivirás”; por algo Pablo se refiere a la Ley como “El ministerio de Muerte”, porque la Ley no les dio la vida, por el contrario, durante este periodo la vida del hombre se acortó de 120 años (Gen. 6:3) a 80 años (Salmo 90:10) pues el hombre por su esfuerzo, sin la Gracia de Dios,  solo encontrará la muerte, aunque lo haga todo muy bien.

 Fue por ello que Dios encarnó en forma del bebé Jesús, el Hijo del Hombre, para que en forma humana Dios pudiera poner a morir esas obras de la carne – ese continuo “hacer” que produce pecado y muerte, para que el hombre pudiera volver a “existir” como había sido creado originalmente, mediante consentir o aceptar, o estar de acuerdo en lo que Jesús hizo en su representación.

El objetivo del diablo siempre será evitar que creas en lo que Cristo ha hecho  para  darte su vida y que puedas ser como El es, sin que tu hagas nada,  y lo hace a través de doctrinas, de filosofías, o de experiencias que requieren  de tu esfuerzo y fuerza de voluntad para obtener todo lo que Cristo te dio, sin Jesucristo; más lo que es importante que creas es que nada que hagas puede hacerte uno con Dios y solo a traves de Jesucristo podemos serlo, al recibir la vida de Su Espiritu,  sin importar si somos buenas personas, o si no le hacemos mal a nadie. 

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece (apeitheō) al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él. Juan 3:36

Solo creyendo  El Evangelio que revela la Rectitud de Dios en Cristo, podemos recibir su vida y todo lo que Él es y tiene – su rectitud, su justicia, su santidad, su perfeccion, su vida eterna, etc.  y solo de esta manera podremos ser de nuevo uno con Dios – asi fue como el hombre fue diseñado a vivir.

Es por ello que celebramos la Navidad, por aquel regalo de vida que Dios nos hizo llegar. al haberse hecho como uno de nosotros para poder llevar todas nuestras injusticias en su cuerpo; todo lo que  el pecado había hecho en el hombre fue crucificado, molido, golpeado, escupido, latigado hasta la muerte para que a través de su muerte podamos ahora recibir de nuevo su vida, tan solo creyéndolo y recibiéndolo personalmente través de la fe.  Es por esto mismo que muchos son los que pelean para que la Navidad no se celebre.   

Si tu aún no has aceptado a ser uno con Dios al creer su Evangelio, te invito a que permitas ser persuadido de ello.  Al consentir o estar de acuerdo con esta verdad, lo que El vino a hacer detallado en Isaias 53 tendrá validez en tu vida personal;  mas la libertad de no consentir, o no permitirte ser persuadido(a) siempre será tuya.

Mi deseo para ti es que esta Navidad cobre un nuevo significado en tu vida y que la vida de Cristo se manifieste en ti, no solo esta temporada, sino el resto de tu vida, hasta el día que le veas cara a cara.

Feliz Navidad.