Nuestro Llamado

Camino de Palmas

Pero a cada uno de nosotros se nos ha concedido la gracia conforme a la medida del don de Cristo Ef. 4:7

Efesios 4 y 5 son los capítulos que guían el caminar del cristiano que sabe que está sentado con Cristo “descansado”.  En Efesios 4 Pablo nos ruega que caminemos de manera “digna” del llamado con que hemos sido llamados.

Muchos cristianos confunden lo que significa este llamado de Dios.  Muchos creen haber sido llamados a levantarse como pastores,  a levantar 1000 iglesias, o a ir de misioneros a lugares remotos.  Otros creen haber sido llamados a abandonar todo lo que aman, o a todos los que aman y a sufrir por Cristo.  Mientras que todo esto debe ser un honor y privilegio,  no es este el llamado al que Pablo se refiere.

Tal llamado es  simplemente la invitación que Jesús nos hizo en Mateo 11:28-30, de  venir a Él y encontrar descanso.    Por lo mismo,  si recordamos lo que Jesús nos dijo cuando nos hizo tal invitación:  “Aprende que yo soy Manso y Humilde”  (Mat. 11:30),  cuando Pablo habla de que seamos humildes y caminemos con mansedumbre, (Ef. 4:2)  nos damos cuenta que se está refiriendo a la transformación que El Espíritu Santo hará  en nosotros cuando contemplamos a Cristo y descansemos  en su Gracia.

Aprende”  del griego manthanō  no es un conocimiento intelectual, sino un conocimiento experiencial de Cristo.

Este conocimiento traerá  transformación  y de la misma vendrá el fruto del Espíritu (Gal. 5:22-23).   Solo este fruto hará posible que verdaderamente “nos soportemos unos a otros en amor”.   Este soportarnos no significa tolerar,  tener que aguantar personalidades que no nos agradan  y dar Gracias a Dios cuando se van.   Soportar viene del griego Anechō, que significa “sostener”  “sujetar a alguien erguido y firme”   de manera que si tu hermano o hermana se encuentran debilitados o no muy firmes,  tú los puedas “soportar”,  o ellos a ti.

Nota ante todo que Pablo no nos está dando “demandas”,  Él nos está hablando de mucho “fruto”  y de dones – regalos por su Gracia, conforme a la medida del “don de Cristo”.  La medida va a ser en proporción con nuestra capacidad de recibir,  como lo dijimos antes

En cuanto a nuestro llamado dentro del cuerpo de Cristo, todos hemos sido llamados a ser242122_432902916746243_370515708_o leños ardientes, todos somos llamados a la unidad en oración,  a soportarnos con paciencia,   y a ser “epístolas”  cartas de amor del Padre,  más si tu recibieras algún regalo ministerial: apóstol, profeta, evangelista, pastor, o maestro,   recuerda que estos regalos son para la edificación del cuerpo de Cristo y que esta edificación deberá ser en la Gracia de Dios.  Esta Gracia será la que unifique nuestra fe y la que nos revele a Jesucristo en toda su Plenitud.

Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fey del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.  Ef. 4:13

En este contexto, la condición de un hombre maduro no es la que alcanzamos cuando ya nos sentimos perfectos,  cuando creemos que ya somos dignos del galardón, cuando sentimos que ya somos “como Cristo”.  Recuerda que ésta es “auto – rectitud” y Dios no la tolera.  La madurez la alcanzaremos cuando por fin nos convencemos de lo que somos en Cristo,  por lo que El  hizo:   Sus Hijos,  rectos, perdonados, aceptos en el Amado.

Este será el conocimiento que nos haga  Hijos Maduros y solo estando fincados en su Gracia podremos dejar de ser  “niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error.” Ef. 4:15

Llegará el día en que sepas cual es la gracia que Él te ha concedido y la medida de la misma (Ef. 4:7) para saber que parte te toco ser en el cuerpo de Cristo.

Muchos por amor a otros ofrecen su vida y esto es noble y digno de galardón, siempre y cuando no creas que Dios necesita su sacrificio para salvarlos, pues recuerda que sólo el sacrificio de Cristo lo puede hacer; más si tú recibiste ese regalo, asegúrate de edificar en oro, plata y piedras preciosas: la rectitud de Cristo, su trabajo de redención y el valor con el que Dios nos aprecia a sus hijos, como “joyas preciosas en el corazón de nuestro Sumo Sacerdote”

Mientras ese día llega, simplemente acepta la invitación a su banquete, y come de ese Pan de Vida,  deléitate en su presencia,  descansa en todas sus promesas, celebra tu jubileo y espera los frutos, y la realización de muchos sueños.

Shalom