Mensaje para Los Llamados “Ekklesia”

Quiero comunicarles a mis amados lectores que con el fin de poder dedicarme a escribir mi libro que Dios ha estado musitando en mi corazón durante estos años,  este  será mi último blog y serie durante un tiempo.   A partir de la próxima semana,  solo estaré editando viejas publicaciones y  publicando videos traducidos al español,  conforme mi tiempo me lo permita,  los cuales considero muy importantes para que sigan estableciéndose en este hermoso Evangelio de Gracia.   Si desean recibir actualizaciones por email relacionadas con mi libro, les ruego que me envien su email en un mensaje (inbox) por mi página de Facebook para agregarlos a mi lista y así les daré el mio.

Mas antes de tomar este tiempo Sabático, quiero  hablar exclusivamente a los pastores, y líderes juveniles que han tomado el papel de guías, de guardianes de las ovejas de Jesús.

El evangelio de nuestro cristianismo moderno nos ha sido cambiado por otro que no produce fruto. Cuando Adán comió del árbol del conocimiento del bien y del mal, Dios le dijo que por haber participado de la sabiduría de la serpiente, esa sabiduría les condenaría a una vida “por el sudor de su frente”.  Esto significaba que Adán  trabajaría y se fatigaría todos sus días tratando de producir el fruto de La Vida de Dios, pero que solo vería  espinas y cardos y el fruto de la muerte manifestado.   Jesús, el último Adán, vino a hacernos descansar y a libertarnos de esta vida de esclavitud y de muerte, reposo que nos ha sido robado conforme esta sabiduría diabólica se infiltró en la Iglesia de Cristo.

El papel de la Iglesia, conforme al Evangelio de Gracia, nunca fue el de crear consciencia de pecado, ni siquiera el de juzgar o condenar, mucho menos el de castigar a nadie;  ese era el papel de la Ley de Moisés que representaba aquel viejo árbol que el hombre prefirió -la  fuerza del pecado – el aguijón de la muerte (1 Cor. 15:56); por algo Pablo la llamó  “el ministerio de muerte escrito en piedra” (2 Cor. 3:7)  y por esto mismo,  Cristo vino a perdonarnos, es decir,  a separarnos de esta Ley (conforme a la primera definición de perdón)   dejándola clavada en la Cruz (Col. 2:14) y dándonos en su lugar el Ministerio de Vida” que es el de su Espíritu – esta fue su Gracia.

Será el trabajo de Su Espíritu el persuadirnos a todos de esta verdad, por lo que nuestro trabajo como “Los Llamados”  (Ekklesia),   nunca ha sido otro que  el  de crear consciencia de lo que este hermoso Evangelio de Gracia proclama acerca de cada ser humano;  esta verdad no es lo que somos o hacemos ‘bien o mal’ conforme a la Ley del Viejo Pacto, de la cual hemos sido ya separados,   sino lo que  el Nuevo Pacto declara: lo que somos en Cristo – el “Yo Soy”,  al haber sido unidos a Él tanto en su muerte como en su resurrección (2 Cor. 5:14 y 15).

La única consciencia que esta verdad puede crear es una consciencia de pureza, de libertad, de perfección y completitud que nos ha sido otorgada a toda la humanidad por la pura Gracia de Dios, a través del trabajo consumado de nuestro Señor Jesucristo,  que conforme nos sea revelada, tarde o temprano se reflejará en lo que hacemos, pues “el hombre, lo que el cree en su corazón acerca de si mismo el tal es el”. Cuando la Ekklesia haga por fin el trabajo al que fue llamado,  esa  consciencia de pureza en los creyentes será la que nos liberte.

En mi serie de los Gálatas podrás descubrir que lo que nosotros llamamos otros evangelios, pecado, carne,  caerse de la Gracia, etc.,  no era lo mismo a lo que Pablo se refería. Por ejemplo, lo que Pablo llamaba “el Pecado”,   del griego “Hamartia’, Aristóteles lo definía como “error trágico”, de la palabra “Hamartano”,  de las raíces “Ha”  (No)  y “Meras”  que se refiere a ‘no tomar parte de una porción o asignación, o herencia’.

El error trágico de no participar en la Gracia de Dios por querer ser justificado por las obras de la Ley, es lo que Pablo consideraba “pecado” (ver Gal. 1 y 2, Gal. 5:4),  lo cual produce las obras de la carne (Gal. 5:19-21) que nosotros llamamos pecados y que nos despojan de nuestra herencia – una vida de resurrección cuyas primicias son  ‘fruto de vida abundante’, (Gal. 5:22-25).  Este fruto es la única evidencia de la salvación (soteria). Esta salvación resultará en un corazón y mente transformados  y lo único que expulsará de nosotros toda ‘hoja seca’.   Pablo lo describe claramente en los primeros versos de  Colosenses,  cuando habla del amor que surgió hacia los demás cuando ellos creyeron el Evangelio, siendo el amor la primera manifestación de este fruto, junto con generosidad y gratitud.

En base a lo anterior,  no podemos seguir señalando el pecado como aquello que hacemos mal conforme a la Ley antigua,  ni tampoco el perdón solo como la absolución que le otorga inmunidad al criminal al ‘castigar’ a Jesús.

Asímismo, vimos en la sección de la Gracia para los Adolescentes cómo es necesario que  además de conocer la verdad, nos despojemos de las falacias.   Esa versión tan popular de ‘perdón’ que yo misma llegué a enseñar, basada en  la falacia de que ‘Dios hizo a un lado su ira azotando a su hijo para no tener que azotarnos a nosotros’, es  un error trágico que yo misma en mi ceguera e ignorancia llegué a creer, por lo que hoy te pido perdón. (Quizá si fuera yo muy conocida o famosa, me sería difícil reconocer que estaba yo equivocada).

El perdón  que Dios nos otorgó nunca consistió en hacer a un lado su enojo contra nosotros por lo mucho que rompemos la Ley.   ¡Dios nunca estuvo airado contra nosotros! ¡Su ira fue contra esa vieja creencia de que por esfuerzo y determinación podemos llegar a ser como ‘Dios’,  lo cual fue representado en la Ley  y su perdón consistió en separarnos de la misma! Fue por esta misma indignación que Dios se hizo hombre y dejó que la ira y violencia que este sistema produce (lo vemos cada dia en las noticias)  fuera descargado en su propio cuerpo, para poner a morir las obras del diablo que a través de ese viejo sistema producía en nosotros,  al hacernos actuar contrario a nuestro diseño, impidiéndonos participar de Su Vida, bajo el Arbol de la Vida que es Jesucristo mismo.

Solo viendo morir nuestra propia muerte podríamos ser libres de ese marido opresor llamado “La Ley”; solo así la sangre de Cristo podría proclamar – ’mejores cosas’  que la venganza que la sangre de Abel requería.  Esta fue la  manera en que Dios nos perdonó: separando nuestros pecados como el Este del Oeste, –  apartándonos del sistema que nos hacia pecar y que nos impedía participar de nuestra herencia que sólo podemos obtener por Su Gracia  (Rom. 4:13-17 y 5:17; Hechos 20:32).

Otra falacia es aquella con la que cierto pastor corrigió mi doctrina,  basada en su creencia de que  el potencial de perdón nos lo dio Jesús, pero  que es nuestra labor   hacer morir el pecado a travez de virtud y obediencia, determinación y disciplina.   Esta es solo una manera de como   el Evangelio ha sido adulterado con la Ley  y la manera mas sencilla de menospreciar la Cruz.    El me dijo que no escogiera solo los versículos que soportaran mi falsa doctrina,  mas yo nunca supe  en que versículo él basaba la suya.

Bajo estos errores,  la libertad de eso que nos posee o nos oprime (o con lo que nosotros oprimimos a otros) será solo una libertad similar a la libertad del hambre cuando se termina de comer.    Bajo este tipo de  de ‘perdón’, la gente seguirá jugando el juego del arrepentimiento/confesión de ‘pecados’,  sin que jamás experimenten lo que la Gracia del Evangelio promete:  descanso, paz (Shalom),  transformación, salvación, sanidad,  libertad,  restauración, ¡dar vida y vida abundante!

Mientras sigamos bajo el sistema antiguo, rogar el perdón a Dios por lo que hacemos mal es una bofetada o una escupida en el rostro de Jesús, cuando estamos ignorando lo que El hizo para removernos de tal sistema que es el que hace que lo hagamos todo mal, aun lo bueno, por consiguiente, mientras sigamos bajo ese sistema,  lo natural será “pecar”.

No seré yo la que logre convencer a nadie.  Si el Espíritu Santo no te lo ha revelado, oro que lo haga mientras meditas en las escrituras y los vínculos incluidos y que Él mismo te persuada y te muestre su salvación.

Agradezco a todos mis lectores que no se cansaron de mi blog, comenzando por mi familia, y a aquellos que me contactan para darme sus testimonios o para hacerme preguntas, los amo y oro por ustedes. Un agradecimiento especial a la Dra. Laura Gutiérrez (OBGYN), mi hermana por doble sangre,  quien me hizo posible sostener este sitio y aun mi casa.   Te amo hermana mia.

Hasta Pronto.  Shalom y Gracia en abundancia.