La Instrucción del Señor

Christ-Martha-Maria-Henryk-Semiradsky

Habiendo comprendido mejor  acerca del “Castigo” de Dios en ambos el Viejo y el Nuevo Testamento,  quizá nos encontramos como el Rey Agripa “casi  persuadidos” de que Dios no castiga a Sus Hijos.   Sin embargo,  cuando enfrentamos circunstancias adversas, principalmente cuando es algo muy serio o aún trágico, muchas veces los que lo saben, o aun nosotros mismos nos preguntamos:   ¿De que te(me) está castigando Dios?

Existe el rumor de que Dios castiga al que ama,  y efectivamente, en mi Biblia encuentro esto:

Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo .   Hebreos 12:6

Este versículo no habla de “castigo”, cuya palabra griega  es ekdikos  que literalmente significa “vengar”  o “retribuir por la maldad”. Mas la  palabra griega traducida como disciplinar es “paideia” y  significa: “instrucción de niños”;  por tanto, leamos de nuevo:

El Señor al que ama,  “instruye”.  Este es el proverbio 3:12, que Pablo estaba citando:

Porque el Señor ama a quien reprende,  Como un padre al hijo en quien se deleita.

En el hebreo de los proverbios, la palabra usada para reprender  es yakach,  y es equivalente a paideia: instruir,  reprobar,  corregir,  señalar,  comprobar, razonar juntos.

Sin embargo, la segunda parte de Heb. 12:6:  “azota a todo el que recibe por hijo”  no es parte de este  Proverbio .

Tampoco es parte de  Ap. 3:19,  en donde  Jesucristo mismo nos confirma esta verdad:  “Yo reprendo y disciplino a todos los que amo”,  aun cuando nuestro Señor  le está hablando a una Iglesia que no había recibido la rectitud de Cristo: la Iglesia  de  Laodicea. 

Sin embargo, este  reprender no es  el griego paideia,  sino elegchō  y puede traducirse como “reprobar”,  refutar, convencer, rechazar,  redargüir.

Lo anterior nos muestra  la diferencia de la corrección amorosa “paidea” que Dios hace a sus hijos a través de su Palabra  y de Su Espíritu, a la corrección con desapruebo o reprensión – no con azotes, que hace a los que  no son sus Hijos.  Observa tal corrección con repruebo en “Frios o Calientes“.

Los Evangelios están llenos de la corrección amorosa que Jesús hacía a sus discípulos:

“Martha, Martha, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas”.   Lucas 10:41

“Simón, ¿duermes? ¿No pudiste velar ni por una hora? Velen y oren para que no entren en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.” Mat. 26:40; Marcos 14:37-38

“Si no te lavo, no tienes parte conmigo,” Juan 13:8

Pero El, volviéndose, los reprendió, y dijo: “Ustedes no saben de qué espíritu son  Luc 9:54-55

Jesús le dijo a Pedro: “Mete la espada en la vaina. La copa que el Padre Me ha dado, ¿acaso no he de beberla”  Juan 18:8-11

Todas  estas son correcciones de Jesús.  Sin embargo, recordemos que él no había ido a la cruz, por tanto Su Espíritu no podía recordarles quienes eran, mas hoy El Espíritu Santo nos recuerda nuestra identidad: nuestra rectitud en Cristo, y nos guiará a toda verdad, (Hechos 5.3–4), nos enseña (Juan 14:26) y da testimonio de la verdad (Juan 15:26)

Jesús también reprendió al viento,  enfermedades,  y a los fariseos a los que siempre desaprobó, más nunca lo hizo con uso de violencia o castigo corporal, ni siquiera con todos los demonios que reprendió, mas muchos lo han acusado de esta crueldad con sus  propios Hijos, a los cuales amó y por los cuales se entregó en tan cruel sacrificio.

La reprensión que el Espíritu Santo hace al no creyente sucede cuando le redarguye de pecado, pues Dios los ama de igual manera que a nosotros,  mas ellos no han sido aprobados,  pues mientras no reciban su redención por la fe,  Dios aun ve su iniquidad; sin embargo,  aquellos que ya entramos en ese intercambio,  nuestra iniquidad ya fue pagada en su totalidad y nosotros ya hemos sido aprobados, por tanto ya no existe ese repruebo, solo existe corrección,  “Paidea”, la cual el Espíritu Santo lleva a cabo  con amor al convencernos de rectitud,  de que somos La rectitud de Cristo (Juan 16:8-11).  Un mal  ejemplo quizá seria este:

Tengo un perrito que es mitad Sharpei y mitad Labrador. Su naturaleza Sharpei  odia mojarse, mientras que su naturaleza Labrador ama nadar.  Cuando lo llevo a la playa corre desenfrenado sin saber qué hacer,  el agua lo llama pero a la vez le teme.  Cuando con amor logro convencerlo de que está  hecho para nadar, él se da cuenta que ahí pertenece y ya no quiere salir,  más su reacción principal es la de huir.  Yo bien podría prohibirle que huyera y golpearlo o castigarlo si lo hace, más aun entrando al agua no gozaría de ella.   Solo tengo que convencerlo con amor de que El pertenece al agua.

De esta manera El Espíritu Santo nos convence de que le pertenecemos a Él, pues hemos recibido una nueva naturaleza,  y si huimos de ella, y decidimos habitar en los lugares secos,  con amor nos trae y nos recuerda al oído:  tú eres la rectitud de Cristo,  nos da de Su Agua y al sentirla tan exquisita de ahí no querremos salir.

Por cierto que este mismo perrito debió haber sufrido un trauma muy fuerte durante su nacimiento que lo convirtió en un perro atemorizado.   Por largo tiempo nos temía y huía de nosotros, más con amor y con convites lo conquistamos,  llamándolo “buen muchacho”,  aun cuando en ocasiones no lo es.  Hoy confía tanto en nuestro amor, que no espera nada malo de nosotros y aun se considera uno de nosotros,  y no teme pedirnos lo que desea, sabe que siempre se lo daremos.  ¿Por qué es que muchos no podemos ser tan simples?  ¿Por qué es que muchos no creen  en el amor del Padre y aun lo acusan  de ser cruel  y despiadado?  cuando El no hace nada más que amarnos y conquistarnos

Continuamos el sábado,  ¿regresas?

Shalom