La Desobediencia de la Fe

indigena

En el mensaje anterior recordamos lo que significa la obediencia de la fe: Creer en el evangelio.

Mucha es la gente que anhela agradar a Dios por su obediencia, mas no creen el Evangelio. Tu creerás que hablo de este indio siendo azotado por no creer el Evangelio,   realmente hablo de los que lo azotaban  y de muchos otros  incrédulos que sirven como “cristianos”. Aquellos que creen en el personaje de Jesús, no en su persona; aquellos que creen en sus enseñanzas y sus milagros, mas no en su Gracia, ni en lo que logró en la Cruz, por tanto no se creen perdonados, no se creen limpios, no se creen aceptados ni amados; aquellos que no creen que el trabajo de redención ya fue consumado, por lo mismo siguen tratando de consumarlo con sus “buenas” obras y rectitud propia, pensando que ésto los pondrá “bien con Dios” y que así cubrirán los malo que sale de ellos.

Quiero que sepas que ese es el espíritu del anticristo – no solo aquel que niega que Cristo es Dios encarnado, sino aquel que niega que el trabajo de Cristo ya ha sido consumado y que fue tan perfecto, que NADA necesita añadírsele. El trabajo del anticristo no es un acto satánico, es un acto humano del hombre independiente de Dios, quien clama que puede alcanzar las mismas cosas que Cristo nos dio en la Cruz, sin Cristo y sin la Cruz,   por la Ley, por el hacer,  a través de la religión, la filosofía, la disciplina, la determinación,la hipnosis, la psicología, el intelecto, y toda clase de esfuerzo humano excepto por  fe.

Por lo anterior, la obra mas grande del diablo no será impedir que creas en Dios, sino hacer que creas en que su regalo de Vida no era necesario, o que no fue suficiente, y si no logra impedir que creas en Jesús, al menos impedirá que remuevas la Ley de tu vida ¿Y sabes por que? Porque la Ley es lo que le da poder a esa naturaleza en nosotros llamada “ pecado”, (1 Cor. 15:56)   por tanto la Ley es su arma letal.

Curiosamente, aquellos que viven tratando de impresionar a Dios con sus obras no tienen la cercanía que tiene un hijo hacia su padre, por tanto no conocen su amor personalmente, o no lo reciben porque no se sienten merecedores; consecuentemente no tienen ningún amor ni misericordia  por los demás, pues no han recibido su Gracia,  aun cuando lo que hagan por los demás lo hagan en el nombre de Dios.

Este era el caso del hermano del “hijo pródigo. El vivía “obedeciendo” a su padre, trabajando para él; en la escritura no escuchamos que haya deshonrado a su padre como lo hizo su hermano menor, o que haya insultado a su padre pidiéndole su herencia, o que haya dejado su casa, mas su corazón estaba lejos de él, al grado que no se atrevía a pedirle una vaca gorda para él y sus amigos, pues no podía esperar lo bueno de él.  

Siendo el hijo mayor el hijo mayortenía derecho a una doble porción de su padre (en este caso era dos tercios de su fortuna); sin embargo, vivía como siervo trabajando para su Padre sin conocer su corazón y sin amarlo, y aún vivía amargado por ello; de esto nos damos cuenta al escuchar sus palabras que expresaban la irritación que le causó ver el gozo de su Padre que lo movió a aventar una fiesta para su hijo menor con música y baile; esto se convirtió en dolor para el hijo mayor, quien prefería ver a su Padre sufriendo por su hermano, a quien se refiere como “este hijo tuyo”.  

La ley nos dará un corazón  de piedra, lleno de temor y de juicio, porque la Ley refuerza en nosotros la consciencia de pecado, la cual nos hace sentir culpables y dignos de castigo en nuestro subconsciente el cual descargamos hacia nosotros mismos o hacia los demás.

La “obediencia de la Ley” es lo que Pablo combatía, pues él conoció sus efectos cuando era Saulo de Tarso – Fariseo de Fariseos. El había estado bajo el poder de la Ley desde su juventud, quitando vidas Santas en el nombre de Dios y de su religión – el judaísmo. Por tanto cuando se convierte, tiene pasión vehemente por combatir ese veneno con el único antídoto que existe: La Gracia (nunca con azotes).

Es por ello que en sus cartas se refleja ese deseo ardiente de anunciar Su Evangelio,  no sólo ante los romanos, sino ante griegos y no griegos, sabios y no sabios, como el mismo nos lo dice (Rom 1:11-15).  Así mismo, Pablo anhelaba poder ir a “confirmar” a sus ovejas en su fe con “dones” espirituales” (Rom. 1:11); sin embargo, algo le impedía ir y obtener fruto:

Pues Dios, a quien sirvo en mi espíritu en la predicación del evangelio de Su Hijo, me es testigo de cómo sin cesar hago mención de ustedes siempre en mis oraciones, implorando que ahora, al fin, por la voluntad de Dios, logre ir a ustedes….. Rom 1:9-10

Y no quiero que ignoren, hermanos, que con frecuencia he hecho planes para ir a visitarlos, pero hasta ahora me he visto impedido, a fin de obtener algún fruto también entre ustedes, así como entre los demás Gentiles. Rom. 1:13

¿Por que habría de avergonzarse de tan buenas noticias? ¿sería acaso porque alguien lo había tratado de desacreditar con los Romanos?  ¿Que o quién le impedía dar fruto? Regresa la próxima semana.

Shalom