El Evangelio Exaltado

Paul

¿Listo para abrir la Epístola de los Romanos?

Llamaremos el primer capítulo como “El Evangelio Exaltado” del cual nos hablará su Autor, el Apóstol Pablo, como nos lo indica el primer versículo. Pablo comienza diciéndonos quién es, y cual fue su llamado: “ser Apóstol, apartado para el Evangelio”. Evangelio significa “Buenas Noticias” No solo Buenas, sino “demasiado Buenas”.

Como nota importante, no olvidemos que las palabras de todos los apóstoles DESPUÉS de haber sido bautizados por el Espíritu Santo, no son meramente palabras u opiniones humanas, sino que son las palabras del “Cristo Resucitado”, quien por Su Espíritu se escribieron.

El que ha recibido Su testimonio ha certificado esto: que Dios es veraz. Juan 3:33

Fue por esta razón que la colección de escritos llamados “La Apócrifa”, no está incluida en nuestra Biblia, por no haber pasado el canón de la escritura “divinamente inspirada”; aun cuando estos escritos pudieran ser útiles por su valor histórico o cultural, toda doctrina construida sobre los mismos producirá un Evangelio diferente, el cual no estará respaldado por Dios, pues no es Su Palabra. Por el contrario, Pablo pronunció una doble maldición contra todo evangelio “diferente”. (Gal. 1:8-9)

sea Dios verdadero, mas todo hombre mentiroso (Rom. 3:4)

Pablo nos enseña que fue mediante este mismo poder del Espíritu Santo que Jesucristo fue declarado “Hijo de Dios” al resucitar de los muertos. Aclaro que no fue la Resurrección lo que lo convirtió en Hijo de Dios, sino que su Resurrección declaró ante el universo que Jesús no era solo un buen hombre, un maestro compasivo o un profeta milagroso, sino “El Hijo de Dios” – Dios hecho hombre – Hombre declarado Dios por el testimonio de su Santo Espíritu.

Sabemos que Pablo le escribe “A todos los amados de Dios que están en Roma, llamados a ser santos (no comunes)” (Rom. 1:7) mas aquí nos damos cuenta que estos Romanos ya eran creyentes, pues en el versículo 8 oímos que el mundo entero (de aquel entonces) estaba conociendo de su nueva fe.

No olvidemos que los Romanos era el imperio que reinaba en el mundo de aquel entonces, y el mundo entero conocía los dioses que ellos adoraban, por lo cual debió haber causado un impacto mundial el hecho de que estos romanos se hubieran convertido a Cristo,  No estoy hablando de la cristianización de Constantino, que sucedió en el año 300 D.C., sino de la verdadera conversión de almas al Dios verdadero, que solo puede suceder por Gracia a través de la fe al haber creído en la “Buena Noticia” que Pablo les llevó.

Esta “Buena Noticia” la encontramos por primera vez en el versículo 5, no coincidencia, el numero de la Gracia:

Es por medio de El (Jesucristo) que hemos recibido la gracia y el apostolado para promover la obediencia a la fe entre todos los Gentiles, por amor a Su nombre

Nota como define Pablo el Evangelio – “La obediencia a la Fe” – no “a la Ley”.  La obediencia a la fe significa “que creamos el Evangelio” y por tanto, que caminemos como que hemos creído.  Al creer el Evangelio creerás que has sido aceptado por Dios en el Amado (Jesucristo), (Ef. 1:6) y en cuestión de tiempo no caminarás mas como rechazado; creerás que has sido perdonado a través de Jesucristo, (Ef. 1:7) y no vivirás lleno de culpa, castigándote a ti mismo o a los demás; creerás que has sido limpiado por su Sangre, (1 Juan 1:7) y no vivirás sintiéndote impuro o avergonzado por nada; al creer que has sido justificado (Rom. 5:9), no tendrás que justificarte más delante de los demás;  al creer que por su yaga fuiste curado (Is. 53:5), valorarás tu salud y tendrás fe para recibir tu sanidad de su mano;  al creer que Dios se hizo pobre para que por su pobreza tu pudieras ser enriquecido, no vivirás con avaricia, buscando despojar a otros. Si has creído en el Evangelio, tu corazón será purificado (1 Pedro 1:22) y producirá nuevos pensamientos, sentimientos y acciones.

Estos son solo unos ejemplos de lo que significa “la obediencia de la fe”, y lo que ésta produce, la cual surge como un fruto de escuchar Su Palabra (Rom. 10:17). De hecho, la fe es la única manera de agradar a Dios bajo el Nuevo Pacto. (Heb. 11:6)

La obediencia de la fe se basa en creer en la obediencia de Jesús, Y NO en la nuestra,  (Juan 3:35; 6:28-29; 1 Pedro 1:2 y 22 y 2:7-8 y Rom. 16:26) pues la obediencia de Jesús es la única que pudo ser perfecta. Fue su obediencia lo que lo llevó a la Cruz, en ello nos revela lo bueno que es nuestro Padre quien de tal manera nos amó que nos dió a su Hijo para que todo aquel que EN EL CREE no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16).

Creer en Jesús y en su trabajo consumado nos conducirá no sólo a caminar diferente sino a esperar lo bueno de El y lo malo que suceda sabremos que no vino de El. Por el contrario, la incredulidad del Nuevo Pacto, esto es, de lo que Jesús logró en la Cruz por nosotros, es el único pecado que le es imputado al hombre y por lo cual puede ser condenado.

El que cree en El no es condenado (juzgado); pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito (único) Hijo de Dios. Juan 3:18

Y tu mi amigo(a) ¿Has creído en este Nombre?  Si no lo has hecho, no esperes más, El regresa pronto.

Shalom.