¡Doble Restauración!

Job Restaurado a Prosperidad - Laurent de La Hyre (1606–1656). Wikipedia Commons

Job Restaurado a Prosperidad – Laurent de La Hyre (1606–1656). Wikipedia Commons

En el mensaje anterior supimos quién era ese mediador de quien hablaba Eliú, quien  le predicó a Job el evangelio de Gracia de nuestro Señor Jesucristo.

Cuando Eliú termina de hablar,  Job no tiene una respuesta, y en seguida el que habla es Dios el Padre:

“¿Quién es éste que oscurece el consejo con palabras sin conocimiento?…..”  Job 38:2

Cuando Dios Padre termina de hablar, Job se da cuenta de su mal entendimiento de Dios y de su error en confiar en su propia justicia y se disculpa:

«No soy nada, ¿cómo podría yo encontrar las respuestas?    Me taparé la boca con la mano.   Ya hablé demasiado;  no tengo nada más que decir»  Job 40:4-5  NTV

…Por tanto, he declarado lo que no comprendía,

Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no sabía.
Escucha ahora, y hablaré; Te preguntaré y Tú me instruirás.
He sabido de Ti sólo de oídas, Pero ahora mis ojos Te ven.
Por eso me retracto, Y me arrepiento en polvo y ceniza.” Job 42:1-6

Después de que el Señor terminó de hablar con Job, dijo a Elifaz el temanita: «Estoy enojado contigo y con tus dos amigos, porque no hablaron con exactitud acerca de mí, como lo hizo mi siervo Job. Job 42:7

Nota que el Señor no hace mención de las palabras inexactas y equivocadas de Job que discutía con sus amigos antes de escuchar a Eliú.

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. Rom. 8:33

Y el Señor restauró el bienestar de Job cuando éste oró por sus amigos; y el Señor aumentó al doble todo lo que Job había poseído. (Job 42:10)

Job cambio su parecer acerca de Dios al haber tenido  una revelación personal de nuestro Señor Jesucristo y aceptarlo como su mediador;  más el resto de sus años fueron felices, pues esta vez  su justicia era “irrevocable”  e “indevorable”.  Dios le restauró todo al doble, conforme lo establecía la ley de Moisés,  (Ex. 22:4) que era la que estaba vigente en los años de Job y su postrer estado llegó a ser mejor que el anterior.  (Job 42:12-17)

El pecado no es lo malo que hacemos,  el pecado es la naturaleza que nos fue heredada por Adán al haberse inclinado a un espíritu rebelde,  el diablo.   No somos pecadores porque pecamos, sino que pecamos porque nacemos pecadores.  Aun si no pecáramos (que nunca ha sido el caso)  somos pecadores y dignos de juicio.  Este pecado original, como se le conoce, no es el sexo, como muchos fuimos enseñados, pues el sexo fue dado al hombre en cuanto su mujer fue creada, (Gen 1:28), mucho antes de que Adán y Eva cayeran en la trampa de la serpiente.

Esta naturaleza de pecado tampoco puede limpiarse o erradicarse con ningún esfuerzo humano, ya sea por medio de la religión, la psicología o el humanismo, o aun con el ejercicio físico o el trabajo.  Necesitamos a nuestro mediador.

 Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro  Rom 6:23

Bajo la maldición de la ley, todos merecíamos lo malo, problemas, plagas, enfermedades, terror repentino.  Es por la misericordia de Dios que no pasamos por más tribulación y más desastres cada día.  Nuestros ojos nunca verán todas las cosas de las que Él nos salva a diario, a pesar de nuestras necedades.   Los desastres naturales que el hombre llama “Actos de Dios” son realmente “Actos de Satanás”.  Dios es el que lo refrena y el que protege al hombre en su misericordia, cuando le damos la jurisdicción  y muchísimas veces aun al que no cree para llamarlo a que cambie de parecer. (Rom. 2:4)

Bajo la ley cosechábamos lo que sembrábamos, mas bajo la Gracia, cosechamos lo que Jesús sembró y Jesús cosechó en la Cruz lo que nosotros sembramos.  De manera que cuando no figleavehemos entrado en ese intercambio,  no tenemos cubierta más que nuestro propio esfuerzo – nuestras hojas de higuera, las cuales vuelan al primer viento fuerte, dejándonos desnudos.  Nuestra propia justicia,  la cual Dios llamó “trapo de inmundicia” no nos cubre.  Por el contrario, cuando hemos aceptado su justicia y su identidad, renunciado a toda pretensión de justicia propia,  no fácilmente puede devorarnos.  Ese es nuestro descanso.

Fue por este Intercambio Divino que Satán ya no puede pararse ante Dios a acusarnos, como lo hacía en el tiempo de Job,  debido que  Adán le otorgó el lugar que tenía ante Dios.    Aquel lugar donde se paraba fue limpiado y purificado con la misma sangre de Jesús que nos purificó a nosotros.  (Heb. 9:22-24)

Job finalmente ve que Dios es bueno,  que Dios no da y quita, lo cual ha sido sacado de contexto por la religión, sin entender que él dijo esto en error antes de conocer que tendría un mediador.   Ahora  ve que Dios es  el dador y no el quitador y que es maravilloso más allá de todo conocimiento.   Job no pudo verlo antes hasta que  escuchó a Eliú.

Cuando escuchamos la Palabra de Cristo,  la fe nos es impartida  (Rom. 10:17) y la fe siempre tiene una buena opinión de Dios,  Recuerda que cuando vemos su Gracia, el ve nuestra fe.  Dios e encarga de no decepcionarnos cuando ve nuestra fe.

Shalom

Nota: Agradezco a mi hermano en Cristo Guy Tcheau, quien compartió su revelación para enriquecer este estudio.