Corrección de Amor

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Si estudiaste los capítulos anteriores podrás concluir que Dios no castiga a sus Hijos, sólo los instruye.   Mas ¿cómo olvidarnos de los azotes mencionados en Hebreos 12:6 para los Hijos de Dios?  Dejemos que el Apóstol Pablo nos comparta  lo que el mismo aprendió   acerca de la reprensión de Dios  (Hechos 9:1-7), Esta reprensión cayó sobre él con  estas palabras:

“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”

Saulo, al oír la voz amorosa de Jesucristo,   cayó fulminado por Su brillantez y quedó ciego, no como castigo, sino porque  las tinieblas en las que vivía no estaban preparadas para contemplar Su Luz Admirable.  Su corrección consistió en descubrir la verdad,  y darse cuenta de que su vida entera había perseguido un ideal equivocado que lo había llevado a derramar mucha sangre inocente;  lo que escuchó y vio fue suficiente para que él cambiara de parecer acerca de Jesús y de sus discípulos, convirtiéndose en uno de ellos.  Aun cambió de parecer acerca de los gentiles, a quienes fue asignado a anunciar lo que descubrió.

Ahora veamos cómo corregía  Pablo a los Corintios en sus Epístolas.  Esta iglesia  venía de una cultura desorientada, idólatra y con gran liberalidad sexual como parte de su misma religión, la cual practicaban con sus mismas  sacerdotizas del templo; ellos  requerían el constante recordatorio de su nueva identidad; por lo mismo Pablo les escribió 2 Epístolas enfatizando en la misma.   He aquí cómo reprendió el pecado sexual:

¿No saben que un poco de levadura fermenta toda la masa?  1 Cor. 5:6

¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo (el Mesías)? 1 Cor. 6:15

¿O no saben que el que se une a una ramera es un cuerpo con ella? 1 Cor. 6:16

¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos? 1 Cor 6:19 y 3:16

Vemos el amor de Pablo en su corrección, basada en recordarles quiénes eran ahora en Cristo.   Como vimos aquí,  Pablo no condonaba el pecado sexual, pues antes de ésto dijo, de aquellos que se rehusaba a recibir corrección y  a vivir conforme a su nueva identidad:

Entreguen a ese tal a Satanás  para la destrucción de su carne, a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. 1 Cor. 5:5

Esto se refiere a gente  que aún  escuchando el evangelio que anuncia su redención y libertad de su imagen distorsionada, han cerrado sus oídos a la persuasión del  Espíritu de Dios acerca de su inocencia e imagen redimidas, sea por incredulidad, por no comprender la obra consumada de Cristo, o porque se sienten más seguros en su  versión de religión y se agarran de la mentira que creyeron de si mismos, por lo que continuarán viviendo bajo esa misma acusación ilegítima  que los obliga a mantener el mismo estilo de vida,  hasta que el mismo los conduzca a su destrucción, aunque aparentaran un cambio externo. De ellos, Pablo quería que la congregación fuera advertida, pues lamentablemente absorben a otros en su vortex. 

Aquí nos damos cuenta que Dios no es el que castiga,  sino su enemigo ‘la acusación’, conocida como ‘el diablo’, que no se refiere a Satanás precisamente,  quien ya fue vencido, sino a la mentalidad no renovada, aún caída,  de juicio y acusación que fortalece la consciencia de pecado  mediante la ley. Este es el verdugo despiadado quien va como león rugiente buscando a quien devorar, y sus ataques son más exitosos sobre aquellos que no están conscientes de, o que no se pueden identificar como amados Hijos de Dios  en Cristo,

Contrario al amor con el que Pablo corrige a los Corintios, miremos el tono agraviado de su corrección  hacia los Gálatas, por mezclar la Gracia de Dios con  la Ley – para Pablo eso era más grave que los actos de los Corintios:

¡Oh, Gálatas insensatos! ¿Quién los ha fascinado a ustedes, ante cuyos ojos Jesucristo fue presentado públicamente como crucificado?   ¿Me he vuelto, por tanto, enemigo de ustedes al decirles la verdad? ….quisiera estar presente con ustedes ahora y cambiar mi tono, pues estoy perplejo en cuanto a ustedes.  Gal. 4: 16 y 20

Ante Dios,  mezclar  la Gracia con la Ley es poner el Sacrificio de la Cruz al mismo nivel que nuestro mérito o esfuerzo, o aún por debajo, pues bajo la Ley  solo recurrimos al sacrificio o a los rituales de contricción cuando nuestra ineptitud o debilidad quedan expuestas, y no mientras las tenemos escondidas en el closet. No obstante lo anterior, ninguno de estos grupos fueron azotados por Dios, pues   ante Él, el único pecado que no puede separar de nosotros es el de nuestra incredulidad. Perdón significa apartar, o separar de nosotros lo que no somos o de lo que creemos ser.      El no creer el anuncio del Evangelio (del auténtico y original), nos impide ser separados de nuestra falsa identidad.   Por ello es ‘imperdonable’.

De hecho, la epístola entera a los Hebreos fue  la manera amorosa de Pablo para ‘corregir’  o ‘educar’  a los mismos acerca de su  justicia en Cristo,  pues a pesar de haberlo visto todo,  se rehusaban a creer  e insistían en seguir su vida por  las Cosas Viejas, cuando Dios  estas ya bo aplicaban a la Nueva Criatura levantada en Cristo – cosas Nuevas y Mejores:

Hebreos 1   El Hijo es mejor que los ángeles.

Hebreos 2,  Los hombres somos mejores que los ángeles,  ¡como  Jesús es somos también nosotros en este mundo!.  Los ángeles fueron creados para servir a los hijos de Dios. 

Hebreos 3,  Jesús  es mejor que Moisés.

Hebreos 4,  Jesús logró un mejor reposo que el que Josué logró.

Hebreos 5,  Jesús es un mejor sacerdote que Aarón.

Hebreos 6  Jesús nos ha dado mejores promesas que las terrenales.

Hebreos 7  El Sacerdocio de Jesús es un mejor sacerdocio que el de Aarón,  uno que bendice y nunca maldice.

Hebreos 8  Jesús nos hizo beneficiarios de un  mejor Pacto que el antiguo.

Hebreos 9,  Jesús ha edificado un mejor santuario que el tabernáculo de Moisés.

Hebreos 10,  Jesús  fue un mejor sacrificio  que todos los animales.

Hebreos 11, Jesús hizo un mejor recuento de los hechos en el cual solo los aciertos se mencionan y ninguna falta nos es imputada.

Hebreos 12,  Jesús es un mejor camino –el centro  de todo el capitulo.

Por lo mismo,  estas palabras traducidas  en este capítulo 12 como: “Dios azota  a todo aquel que toma por Hijo”, si verdaderamente esto fue lo que Pablo escribió,  estaba hablando de Jesús!   Aunque ninguna de las  palabras usadas por Pablo tienen nada que ver con los azotes.  La palabra paidea significa ‘instruir’, y la palabra educare significa ‘extraer’; enseñar o disciplinar, más no castigar.  El hecho de que los seres humanos intenten extraer a golpes y castigos las obras distorsionadas provenientes de una  identidad distorsionada, tiene más que ver con su propia mentalidad caída fortalecida por la ley, la cual produce ira, que con la Justicia y Santidad de Dios; de hecho, fue  por esta mentalidad que azotaron a Su Hijo.   

Leámoslo en contexto:

“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puestoPAULteaching delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Consideren, pues, a Aquél que soportó tal hostilidad de los pecadores contra El mismo, para que no se cansen ni se desanimen en su corazón. Porque todavía, en su lucha contra el pecado, ustedes no han resistido hasta el punto de derramar sangre”

Esto último nos hace pensar que Dios espera que nosotros luchemos contra el pecado y resistamos hasta derramar sangre.  Más NO,  Pablo les estaba hablando de Jesucristo, les está hablando de que no menospreciaran la corrección que él quería darles,  que aunque pudiera entristecerlos (no a muchos nos agrada reconocer que estuvimos equivocados todo el tiempo),  no se comparaba con lo que Jesús había sufrido por nosotros, como diciendo:

No te entristezcas que te corrija, pues  tú no fuiste el que fue azotado, tú no fuiste el que derramó su sangre, tú no fuiste el que lucho contra el pecado, considera a aquel que lo fue.

Así que mi amigo(a) no te espantes, ni te dejes conducir al sacrificio, a menos que sea el Sacrificio de Jesús.    Dios nunca te va a pedir que luches contra el pecado, pues su hijo ya lo hizo y lo venció.   Dios nunca te pedirá que derrames tu sangre, ni la de nadie más, la sangre de Jesús fue derramada por ti y por cada ser humano hasta quedar exhausta.   Querer agregar más sangre es una burla y una ofensa a su regalo de Gracia. 

Si no me crees a mí,  créele a Jesús pues el mismo lo dijo:

— ¡No saben lo que piden! ¿Acaso pueden beber de la copa amarga de sufrimiento que yo estoy a punto de beber? ¿Acaso pueden ser bautizados con el bautismo de sufrimiento con el cual yo tengo que ser bautizado?  Marcos 10:38

  Dios nunca te azotará a ti,  la Ley que refuerza el  pecado si lo hará. Los azotes nunca fueron idea de Dios.  El dios que demandaba sacrificio de los hijos era Moloc y alguno que otro dios sanguinario que aun surge en la imaginación de las personas, aún en nuestra era avanzada.  

Blasfemamente se nos ha enseñado que nuestro Padre de Gracia azotó a Jesús para no azotarnos a nosotros. ¿más acaso no fuimos nosotros quienes azotamos a su  Hijo Jesús?   Esta enseñanza es una mentira del abismo, basado todo en errores de traducción involuntarios o deliberados, en nuestras muchas versiones de la escritura,  que no podría yo desmitificar en un solo blog.  Para ello te recomiendo la Biblia de Estudio El Espejo, del autor, Francois Du Toit,  que yo he traducido al español.  En ella encontrarás más de cien instancias en las que se omitieron, se agregaron o se cambiaron cosas que dieron lugar a los mitos del cristianismo que tenemos hoy. 

La única verdad es que la Gracia de Dios se convirtió en Hombre para llevar el castigo que nuestra justicia demandaba (no la de Dios).  No para saciar la ‘ira de Dios’ como se le ha calumniado por los siglos, sino para apaciguar la nuestra, al separarnos de lo que la producía y la fortalecía – La ley.  

Esta lógica  ha prevalecido ilegítimamente  en la crianza de los hijos hasta nuestros días modernos.  Muchos  casos de filicidio ocurrido en los Estados Unidos, el país supuestamente ‘cristiano’,  revelan un origen religioso, fundado en creencias distorsionadas y en la mentalidad de desempeño que produce ira y frustración.   Son casos extremos del peligro de la religión sin la revelación de Cristo en nosotros.   

Y tú, ¿aun quieres agradar a Dios por las obras de la Ley?   Gál. 5:4.

Shalom.

Revisión: Abril, 2024.