Caigámonos en su Gracia

Cayendo en su Gracia

Mokapu’u Beach

Cuando yo vine a Cristo, vine buscando su descanso.  Sin embargo, lejos de hallar ese descanso que buscaba, me hallé  atrapada en un nuevo tipo de trabajo,  el trabajo de no perder mi salvación y de cumplir los requisitos y reglas de mi “nueva religión”,  los cuales pronto hicieron mi camino mas angosto que el anterior. Por lo  mismo no tardé mucho en agotarme  tratando de adquirir la estatura del varón perfecto – Jesucristo –  y aunque por poquito y lo logro, (en mi propia opinión, jaja), cada que me caía tenia que comenzar desde el principio, de manera que cada año que pasaba me sentía yo mas lejos de su medida perfecta.   Llegue aún a sentirme culpable y avergonzada de mi baja estatura, no solo física sino espiritual.

Si tu eres cristiano y te estas riendo de mi, te entiendo, yo miro atrás y también me causo risa pero de dolor, más por favor dime que a ti no te pasó lo mismo.  Si así no fue, felicidades, pues tu entendiste lo que significa el Evangelio de Gracia desde el principio y nadie te lo interpretó diferente,  más éste no fue mi caso, hasta que un día Dios me abrió los ojos y entendí por qué, cuando leí:

Pues, si ustedes pretenden hacerse justos ante Dios por cumplir la ley, ¡han quedado separados de Cristo! Han caído de la gracia de Dios.  Gálatas 5:4

Yo creía que los que caían en pecado, o mi concepto de pecado, eran quienes se caían de su Gracia, más ésto no es lo acabamos de leer. Son quienes quieren hacerse justos cumpliendo la ley, los que se caen de su gracia. La versión en inglés de este verso dice “Cristo ha quedado sin efecto” si quieres justificarte por la Ley.

Quedar separados de Cristo o tenerle sin efecto, sería algo muy trágico para el cristiano que verdaderamente está tratando de agradar a Dios  y de acercarse a El,   buscando cambiar aquello que creemos que no le agrada a El (porque nos desagrada a nosotros mismos o a los demás). Puede ser nuestra enfermedad o nuestra manera de pensar o de ser, nuestros hábitos, compulsiones, vicios, o  maldades, no sólo las que nos fueron hechas, sino las que hacemos a otros con nuestras palabras o acciones; un Cristo sin efecto no puede producir sanidad en tu cuerpo ni restaurarlo, ni romper las maldiciones en tu vida, ni edificar tu casa, ni restaurar tus finanzas,  ni tu familia, ni darte los deseos de tu corazón. Un Cristo sin efecto no puede producir su vida en ti, ni sus pensamientos, emociones y sentimientos.  Un Cristo sin efecto no podrá producir su fruto en ti ni en tu vida.

El pueblo de Israel aprendió  esta lección de manera muy trágica.  Ellos, habiendo experimentado la Gracia de Dios de manera personal y fehaciente,  no pudieron entenderla.  Lee el Salmo 105 para que veas la Gracia absoluta y maravillosa con la que Dios se manifestó en la vida de Abraham y sus descendientes, hasta que Dios los sacó de Egipto por medio de Moisés para querer llevarlos a un lugar de descanso, sin embargo a este pueblo no le agradó el proceso.

El Salmo 106 comienza con un resumen de esta fuerza salvadora, la Gracia de Dios,  hasta el versículo 13, donde comenzamos a observar un drástico contraste.  ¿Que fue lo que cambió?

Dios exaltó al pueblo de Israel delante del mundo entero que practicaba la esclavitud.  Los alimentó de Maná, los cubrió con una nube durante el día para que no los quemara el sol del desierto, y con una columna de fuego por la noche para que no  sintieran el frío  desértico.  Les dio agua potable de la roca, y durante todo ese tiempo ellos no se enfermaron; ni siquiera su ropa se deterioró.

Simplemente, en el capitulo 18 de Éxodo, vemos a Moisés compartiendo con su suegro Jethro acerca de la infinita Gracia manifestada sobre ellos en el desierto, de manera que Jethro regresó a su tierra maravillado.  Por cierto, ¿sabías que el nombre Jethro significa “Mas que suficiente”? La Gracia de Dios era más que suficiente para ellos en aquellos días, mas ellos se encontraron añorando sus viejos tiempos, su vida de trabajo a la cual ya se había adaptado, y en su rebeldía demandaron de Dios lo que Dios había removido de su vida – ¡el trabajo arduo!   De ésto nos damos cuenta cuando le respondieron a Dios diciendo:

 “todo lo que nos digas lo haremos”   (Deuteronomio 19:8)

Yo solía interpretar este hecho como un acto admirable de obediencia, de gran valor y carácter,  mas leyendo el hebreo original para la palabra “dijeron”   me doy cuenta que estaban retando a Dios, pues la palabra hebrea usada fue “amar”, cuyo significado suena muy romántico en español, mas en el hebreo significa: “presumir”,  jactarse,  como un acto de orgullo. Este hecho, lejos de haber llenado a  nuestro Dios de gozo por la habilidad y autosuficiencia de su pueblo, lo debió haber llenado de dolor, puesto que solo cuatro versos después de que el Pueblo de Israel mostrara su orgullo y confianza en si mismos y en sus propias fuerzas, vemos un cambio en el tono en que Dios responde, cuando dice,  “que nadie se me acerque” – en sus propias palabras:

   “ Tú debes poner un límite alrededor del pueblo y decirles que se abstengan de subir al monte. Ni siquiera deben tocar sus límites, porque cualquiera que toque el monte, morirá.  Quien llegue a tocarlo, hombre o animal, será apedreado o traspasado por una flecha. No vivirá. Sólo podrán subir al monte cuando la trompeta dé un toque largo.»”                      Éxodo 18:12-13

Regresa mañana y entenderemos a que se debió este cambio en el tono de Dios y su trato hacia el hombre.

Series Navigation<< ¿Y Tú, Ya Entraste En Su Descanso?